I. El origen

¡Traición! - La división del territorio

Griselbrand consiguió, malherido, llegar a su palacio en Theros. Llegó a la sala del trono y se desplomó en el suelo.

- ¡Maestro!

Sorin entró súbitamente en la sala.

- ¿Pensaste en lo que te dije? - le preguntó el señor demoníaco.

- Sí, maestro. He decidido relevarte de tu cargo. Dejo de ser un verdadero Planeswalker. Lo he meditado profundamente y pienso que es lo mejor. 

- Te otorgo mi ejército de criaturas oscuras, pero tendrás que rescatarlos, pues serán encarcelados por Ugin. Confío en ti... Destruye a los Planeswalkers...

En ese momento, su corazón dejó de latir. Griselbrand había muerto.

Mientras tanto, Ugin había encarcelado a las criaturas oscuras en la oscuridad, en las Puertas de la Muerte, guardadas por los elfos liderados por su rey, Kamigawa. Avacyn había sido curada, y había creado, con ayuda de Gideon, un reino de luz para los ángeles. Los Planeswalkers volvieron, junto con Sorin, a Ravnica. Organizaron un concilio, pues habían decidido distribuirse los reinos. Crearon un dado mágico con runas, que simbolizaban distintos reinos. Tiraron los dados.

- A mí, Jace, me han tocado los reinos acuáticos y las islas; a Chandra, las montañas; a Gideon, los reinos de luz y las llanuras; a Nissa, los bosques, y a Sorin, el Inframundo.

Sorin levantó la cabeza, sorprendido.

- ¿Qué? ¿El Inframundo? Me sorprende que no hayáis manipulado los dados.

- Pero tiene sentido. En Inframundo, el color negro de tu túnica, la oscuridad... - dijo Nissa.

- ¡NO TIENE SENTIDO!

- Has estado actuando de forma muy extraña desde que apareciste de nuevo después de la batalla - dijo Jace. 

Se levantó y dijo:

- Quedas expulsado de este concilio hasta que cambies de conducta.

- ¡No me quedaría ni aunque me pagárais por ello! - dijo Sorin, enfurecido. Salió como un torbellino del Palacio de los Planeswalkers.

- Necesitaré apoyo. Karn ha dejado a los Planeswalkers. Quizá me sirva de ayuda - se dijo Sorin. Karn, al ser exiliado, se había instalado en un faro abandonado, y cada día recogía polvo arcano para sus experimentos mágicos. 

Sorin se dirigió allí. Mientras, estaba amaneciendo.