Unas pocas palabras bastan

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Altura media, pelo castaño, atractivo en su sencillez, mediana edad. Hijo de John y Marian...

Tras realizar el papeleo de la denuncia por haber atropellado a un ciudadano aun estando sobrio, se paró a pensar en la cara de aquel niño y sintió la necesidad de volver a verlo, había sentido como un vínculo que no entendía. Cuando llegó al hospital se lo volvió a pensar otra vez si eso que iba ha hacer era buena idea, las personas que se encontrarían el la habitación seguro ya lo odiaban pero decidido fue a atención de visitantes.
Entró en la habitación 219, aquella que la enfermera le indicó y vio al pequeño tumbado en la camilla y a una mujer con los ojos llorosos, "eran familia" pensó el muchacho.
- Buenas...
- Perdón, pero ¿Quién eres? No, espera, no hace falta que digas nada ya se quien eres... - lo miraba con cara de odio.
- Estoy completamente seguro y conforme con el odio que me deben de tener todos en estos momentos....- Carla lo interrumpió sin dejarle dar ninguna explicación.
- Será mejor que te vayas. Ya has hecho daño suficiente. No debes de darnos ninguna explicación, se perfectamente lo que te ocurre. Un joven que tiene toda su vida por delante que puede rehacer su vida en un abrir y cerrar de ojos , un joven así se siente culpable, dañado, con la conciencia intranquila, quiere venir a una asquerosa habitación de hospital a ver a una persona insignificante en su vida. Eres un joven egocéntrico ¿cierto? O acaso has venido a otra cosa que no se limpiar tu conciencia. - dicho esto la mujer se echo a llorar desconsoladamente, y el muchacho no supo que hacer o que decir así que se decidió a marcharse, pero de repente recordó algo que su padre siempre le dijo:
- Ama tus actos, porque siempre te conducirán a un futuro. No te atormentes por los malos actos, llora por cometerlos, pero nunca te arrepientas, porque la vida se trata se ello de vivir siempre como si todo fuera a acabarse. Por tanto nunca dejes ningún acto por recordar y superar.

La mujer le miró como si recordase esas palabras exactamente. Las había escuchado una y otro vez a lo largo de su matrimonio. Y entonces el joven se marchó sin decir nada más.

sentimiento de culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora