Capitulo 4

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Asustada dejó caer el dije sobre la falda de su vestido, mirando hacia todos lados y tratando de hallar el lugar de donde provenía aquella voz.
_Se te perdió algo?.-preguntó desde lo alto.-
Era un tanto peculiar, ni gruesa, ni aguda, algo áspera como si tuviera una leve ronquera, de esas que a los hombres les queda bien. Cuando la escuchaba experimentaba una sensación muy extraña, tal como si la paz y la guerra se mezclaran en su interior, pues transmitía tranquilidad pero había algo en ella, algo oscuro que no le agradaba en absoluto.
_Quien eres? Donde estás?.-le preguntó ella dirigiéndose a la nada.-
El silencio se apoderó del lugar, pues sólo podía escucharse la música a lo lejos y aquellos suaves susurros provenientes del viento.
Múltiples escalofríos recorrían su cuerpo, como si con suavidad alguien rozaras su piel y ese olor a azufre cada vez se hacía más intenso e insoportable, penetrando inevitablemente en sus fosas nasales.
De pronto su risa interrumpió aquel silencio que parecía no querer terminar, tan frívola y tétrica como ninguna e inexplicablemente tan pronto como comenzó a reír las heridas en su muñeca comenzaron a arder, tal y como arde la piel quemándose bajo el fuego.
_Estas ciega o que? Estoy aquí sobre el árbol.-respondió finalmente.-
Al escucharlo inmediatamente levanto la vista hacia el enorme árbol que se encontraba a un par de pasos a la derecha.
Al principio no lo podía distinguir, pero ya cuando sus ojos se acostumbraron a aquella oscuridad pudo verlo. La tenue luz lunar la ayudó bastante, pero no lo suficiente para poder ver con detalle cada facción de su rostro.
El muchacho se encontraba sentado de lado sobre una rama, con la espalda cómodamente apoyada sobre el tronco del árbol y una de sus piernas colgando. Aún sin poder apreciarlo con claridad notaba lo guapo que era, quizás se le hacía un tanto conocido pero no lograba recordar de dónde lo conocía.
Entre sus pálidos dedos había un cigarro el cual despedía un humo oscuro. Jugaba con el como se juega con una moneda, haciéndolo girar entre los nudillos con una habilidad sorprendente.
_Acaso no te quemas?-preguntó la chica con incredulidad sin quitar la vista de su mano.-
El chico giro levemente su cabeza dejándola ver su rostro y sus labios se curvaron en una indolente sonrisa, la cual se borro casi con la misma rapidez con la que había aparecido.
Aparentaba tener unos dieciocho o diecinueve años de edad, su cabello era rubio claro y su piel casi tan pálida como la nieve. En su rostro brillaban algunos aretes de metal, eran tres en total, uno sobre su ceja izquierda  semejante a dos pequeñas esferas plateadas, otro en su nariz, el cual parecía una argolla y el último se encontraba en la esquina derecha de su labio inferior.
Un tatuaje muy grande se asomaba por debajo del cuello de su camisa, subiendo por el lado derecho de su cuello. Parecía ser una serpiente o dragón de siniestra apariencia.
_Siempre he odiado este tipo de fiestas, me parecen ridículas.
Ella lo miró atentamente, escudriñando entre sus facciones algún pequeño defecto que por más que se esforzó no logro descubrir.
_Todos se ven tan felices, creen que la noche durara para siempre pero no... Tan sólo durará un par de horas más y luego será un recuerdo, tan solo variadas imágenes mezcladas que se guardaran como fotos en sus memorias.-El chico pareció haber recordado algo de pronto y volvió la mirada hacia ella ladeando su cabeza hacia un lado y fijándose con atención en su brazo.- Lo hiciste mal...-murmuro finalmente.-
La joven de mejillas rojas bajo la mirada hacia su brazo repentinamente.
_De que hablas?
Sacudiendo la rubia cabeza con suavidad en señal de negación le sonrió con frialdad.
_Debes cortar verticalmente, la sangre correrá más rápido y si lo haces con la profundidad suficiente puede que en menos de cinco minutos estés muerta. Lo hiciste de manera horizontal y esos parecen más rasguños de gatos que cortes...
Ella tragó saliva y apretó sus puños levemente.
_Pues lo siento señor perfección, pero yo hago todo mal, soy un fracaso hasta intentando suicidarme.
Su sonrisa pareció hacerse más grande al escucharla y de un salto bajo de aquel árbol cayendo ágilmente de cuclillas frente a ella, con una rodilla y una mano apoyadas sobre la fina capa de nieve que cubría el césped.
De pronto la luna se reflejó directamente en los oscuros ojos del muchacho, dejándole ver dentro de ellos la intensidad de mil infiernos. Su mirada era una de esas miradas que nunca sabes lo que están diciendo pues como en su voz la guerra y la paz se entrelazaban la una a la otra en una perfecta danza.
_Ya sé quién eres, te he visto un par de veces en el colegio, eres... eres el chico de nombre extraño que todos dicen que...
_...Mato a su familia y es un psicopata asesino. Si, ese soy yo.
Él sonaba tan seguro de lo que decía que por un momento Rem se cuestionó sobre los rumores y comenzó a creerlos.
_Y...
_No, no lo hice. Soy huérfano, no tengo familia, pero no la maté porque nunca la conocí. Quizás si soy un psicopata pero aún no mato a nadie.-le respondió este de una manera un tanto sarcástica adivinando cual sería la pregunta que ella haría.-
Quizás no era muy amigable y a simple vista un tanto extraño, pero no parecía el tipo de chico que mataría a su familia.
_Por qué estabas intentando hacer eso?
Sus ojos se cerraron de pronto y se dejó llevar por los susurros del viento mientras trataba de no oír sus propios pensamientos.
_Sentí que... Simplemente quería...
_No sabes por qué cierto? Mira no me interesa, la verdad es que no necesito fingir que me preocupo por ti. Me da igual si te matas o no, pero créeme que allí donde iras no la pasaras mejor que aquí...-musitó el chico de melena dorada remarcado lentamente cada una de sus palabras mientras la miraba fijo a los ojos.-
_Pues eso déjame averiguarlo por mí misma.
_Ya quiero ver cómo...-comenzó a decir desconcentrándose por un instante fugaz en el que pareció ver algo en dirección al salón-
Curiosa ella volteo a mirar tratando de encontrar algo extraño.
_Pasa algo?-le preguntó al volver la mirada hacia él.-
_Debo irme, por cierto me llamo Astaroth, puedes decirme Ast.-le dijo a medida que retrocedía lentamente sobre sus pasos-
Ella lo miró frunciendo el ceño sin comprender que era lo que estaba sucediendo y aunque intento que le explicara aquel chico de nombre raro siguió retrocediendo hasta que su silueta se perdió entre las sombras de los árboles.
No podía comprender que era lo que Ast tenía, era como un extraño tipo de magnetismo, algo que provocaba un fuerte efecto en ella, que no la dejaba sacar esa tétrica y a la vez encantadora sonrisa suya de su mente.
De pronto un desgarrador gritó de horror la saco de entre sus pensamientos helándole hasta los huesos. Una horrible sensación comenzó a recorrerle el cuerpo a medida que más gritos se sumaban al primero, transformándose en un gran coro de gritos y sollozos de dolor, tal y como se debían sentir en el mismísimo infierno las voces de las almas torturadas.
Provenían de dentro del salón, aquel mismo salón del cual ella había salido, el mismo en el que ese preciso momento parecía desatarse una sangrienta masacre. Intentó contener la respiración pero las nauseas habían llegado de pronto como una repentina ráfaga de viento que azota el mar, azotando su estómago y provocándole arcadas. No podía moverse, estupefacta por lo que acababa de ver, algo tan horroroso que jamás podría olvidar.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2015 ⏰

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