Capítulo XXI "Ni los malos siempre son malos ni los buenos siempre son buenos" Primera parte.
Lloro desconsoladamente mientras que me arrastra por la calle a vete tú a saber donde. Oviedo solo mira al frente, no me hace ni caso. Yo tan solo veo como mi brazo está totalmente bañado en sangre y siento como el dolor de ésta se expande por todo mi brazo sin casi poder moverlo.
Tras andar unos minutos más se detiene ante un portal y abre la puerta con una llave que se saca del bolsillo. Estira de mi brazo ileso y me hace subir un par de pisos. Abre la puerta a continuación mientras que sigo llorando y gimoteando «me han disparado», «me han disparado», abre la puerta del apartamento y entramos en él.
Todo está oscuro, aunque ya empiezo a marearme y a ver borroso. Solo veo dos manchas que me supongo que serán mis pies mientras ando por un pasillo. Me hace sentar acto seguido en el más absoluto silencio en una silla y se marcha.
Intento calarme en la oscuridad. Aunque el dolor aumenta por momentos y toda yo ya está desesperada. Miro a mí alrededor intentando distinguir los muebles que decoran la habitación, aunque estoy tan nerviosa que no soy capaz de distraerme.
Solo soy capaz de ver los números del reloj digital que hay colgado en la pared de enfrente: «3:37».Oviedo vuelve con una cajita entre sus manos y se sienta en una silla justo al lado, deja la cajita sobre la mesa y la abre a continuación. De ella, saca unas tijeras.
−Quédate quietecita y déjame trabajar.−Pronunció Oviedo como si se tratara de una amenaza si no lo cumplía.
Se levantó de la silla. Se posicionó detrás de mi cuerpo y agarró mi pelo con una de sus manos; con su otra mano libre me arrebató de la goma de pelo que tenía en mi brazo ileso. Y todo eso para hacerme una coleta mientras que seguía llorando.
Acto seguido, cortó la blusa que me vestía por la espalda y deshizo el nudo que había realizado con mi chupa de cuero en mi brazo. Finalmente había acabado desnuda de cintura para arriba por la tontería.Seguidamente, la luz de la habitación de abrió. No sé quién fue el causante, pero Oviedo ignoró la acción y se dedicó a observar la herida que no dejaba de sangrar. A continuación sacó unas pinzas de su cajita blanca, mejor dicho había sacado el artefacto del dolor.
−Necesito que dejes de llorar y no te muevas.−Ordenó de nuevo antes de centrarse en la herida.−Debo sacarte la bala.
−¿Es necesario?−Balbucí intentando tranquilizarme.
−Aguanta el dolor.
Y en aquel momento las malditas pinzas entraron en la herida. No había gritado más en mi vida. Jamás podría haber descrito tal dolor. Lloraba como una niña pequeña. Sin embargo, no dejaba de pensar porque me tenía que haber pasado a mí y porque no a él. Él era el malo. Yo era la buena.
¿Por qué cojones no pueden entender eso?Mientras seguía gritando y llorando desconsoladamente, él buscaba la bala que me habían tirado a traición. Sin embargo, la suerte me sonrió y Oviedo sacó las pinzas de la herida situada en el bíceps izquierdo.
−Has tenido suerte que no se rompiera.−Añadió mientras observaba la bala. Yo respondí con un sollozo.
Oviedo es lerdo y me respondió indiferente:
−Lo peor ya ha pasado, ¿puedes dejar de llorar ya? Esto es lo más normal del mundo.−Gilipollas.−Le insulté sin dejar aun de llorar.
Soltó un suspiro y empezó a curar la herida. Primero presionó la zona hasta parar la hemorragia, la desinfectó en cuanto terminó la primera acción, después cogió un cuchillo y empezó a cortar alrededor de mi brazo, aunque, verdaderamente me daba igual que estuviera haciendo ya que peor no se podía estar; y por último lavó con agua fría la herida.
Se levantó de la silla tras acabar de curarme y desapareció. Tiré la cabeza hacia atrás intentando relajarme y olvidar el dolor que había pasado, el que estoy pasando y el que pasaré.
Intenté mantener abiertos los ojos. Fijé mis ojos en el reloj digital anterior, marcaba las «4:20».
De un momento a otro, Oviedo apareció con una aguja e hilo en sus manos. ¿No irá a...?−¿Qué haces con eso?−Pregunté en voz baja. Las fuerzas me escaseaban y los ojos se me iban a cerrar en cualquier momento.
Dejó aquello sobre la mesa y volvió a sentarse en la silla. Me agarró la mano y posó sus dedos en la muñeca. Mierda... El pulso...
−No te duermas.−Soltó de repente Oviedo como una orden.−Aguanta un poco más, ya casi he terminado.
Asentí intentando mantener los ojos abiertos. Pero, todo me pesaba. Había sufrido tanto en los últimos cuarenta minutos que no me quedaba aliento ni para respirar. Pequeñas bocanadas de aire daba intentando cumplir la orden mi queridísimo asesino Oviedo.
No sentía ya el dolor, ni tampoco como Oviedo trabajaba con el brazo.
Era como si solo mis sentidos siguieran vivos ya que observaba como cosía la pequeña herida de bala en el bíceps.−Ya estás lista.
Asentí esbozando una media sonrisa. Cerré los ojos durante un instante.
−Te necesito, santurrona. No mueras.−Oí en un susurro lejano llamándome.
Pero... Solo vi negro.
————————————————————————————————¡Hellow!
Sé que es un capítulo corto y algo aburridillo, pero era necesario para lo que va a ocurrir a continuación.
Espero que os guste e intentaré actualizar lo más rápido posible.
A los 15 votos sigo.
Att:Lucía.
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It's my life [3]#WYNA
RomanceJamás a Lucía se le había pasado por la cabeza que aquella felicidad que vivía con Daniel pudiera acabar tan fácilmente. Nunca pudo imaginar que su pareja pudiera intentar matarla y que su hija pudiera ser secuestrada. ¿Será cierto que todo tiene so...