-“Y dime, querida hermana, ¿A qué se debe el placer de esta audiencia? Hace tiempo que no hablábamos con calma, y sin duda que lo echaba de menos”.
-“¿Cómo puedes estar tan tranquilo, oh poderoso Zeus? Tienes que saber porqué estoy aquí. Dime cómo has podido aceptar semejante infamia, oh Dios de Dioses, porque de ti no hubiese esperado tal comportamiento. Si algo te caracteriza es tu excesivo amor a las tiernas criaturas, dime entonces como Hera pudo convencerte de la necesidad de semejante acto, que ensucia tu honor como ningún enemigo pudo hacerlo antes”.
Esta diatriba cogió a Zeus por sorpresa; a pesar de las continuas disputas del Olimpo, los dioses tenían cuidado de no despertar su genio fácil, pues sabían que su ira era terrible. Normalmente solo Hera se permitía el hablarle con libertad, y desde luego jamás se lo hubiese esperado de Hestia, la más modesta de las diosas. Tanto que no pudo ni detenerla antes de que continuase.
-“Siendo nuestro rey nuestro modelo, al que los padres se dirigen como el “Padre de todos”, al que los dioses consideran su más ferviente defensor, llega una criatura necesitada de tu amor infinito, el mismo que prodigas con tanta facilidad entre las humanas, y no mueves un dedo en su dirección. Repito hermano, ¿Cómo pudiste aceptarlo?”
El silencio que siguió permitió a Zeus darse cuenta de lo que estaba pasando, ¡le estaban regañando! Se irguió en toda su altura en el trono celestial, y con el enfado retumbando en cada sílaba se dirigió a la figura que estaba ante él.
-¿Osas juzgarme? Tú, a quien los hombres no erigen altares, ni te cantan poemas ni odas, tú que eres la más mundana de las diosas menores, ¿tú pretendes venir ante mí y juzgar mis actos? ¿Acaso las hormigas pueden cuestionar los actos del león, cuando en su paso por la selva destruye su hogar? ¿O aceptan la destrucción como obra de alguien mas poderoso y como hormigas que son reconstruyen su casa? Hermana, considera quien es el león del olimpo y mide tus palabras en mi presencia, si no quieres acabar como las hormigas desdichadas.”
-“¿León? Ojalá fueses un león, pues hasta las bestias mas salvajes de la selva sienten afecto por sus crías, y se preocupan de alimentarlas, protegerlas y cuidarlas hasta que se pueden defender solas. Lo que habéis hecho Hera y tú no sería realizado por ninguna fiera ni insecto de los que habitan sobre la tierra. No puedo entenderlo.” Diciendo esto, Hestia cayó en el suelo. “!No puedo entenderlo! Y menos conociendo tu pasado y habiéndolo compartido contigo. Zeus, tu nos salvaste a todos de Cronos, cuando decidió comer a todos sus hijos para evitar que le pudiésemos derrocar. Gracias a la acción de Rea, que te salvó siendo una criatura, te permitió vivir cuando tu destino hubiese debido ser el nuestro, el ser comido por nuestro padre. Dio a luz a escondidas, te buscó una nodriza adecuada, y te suplantó con una piedra para que Cronos se la comiese en tu lugar. Gracias a esa acción, que puso a nuestra madre en peligro, viviste, te hiciste fuerte y pudiste salvarnos a todos. Ahora, que por fin eres padre, en vez de defender la vida de tu primer hijo como hicieron contigo, permites que acaben con ella, mientras sigues bebiendo tranquilamente del néctar en tus salones. Explícamelo Zeus, porque no lo puedo entender.”
-“Tal vez yo pueda hacerlo, si no te repulsa mi presencia, hermana”. Con estas palabras entró Hera en el trono de mármol, parejo al de su marido, y tranquilamente se sentó junto a su esposo. Zeus la recibió con alegría, las acusaciones de Hestia le estaban removiendo el corazón, de una forma que no hubiese creído posible. Aunque le molestaba reconocerlo, Hera se manejaba en estas situaciones con mas acierto que él, por lo que le dejó sin remordimiento llevar la conversación.
-“Hera, no es tu presencia lo que me repugna sino vuestra acción hacia el pequeño”.
-“Hacia el pequeño Hefesto. Sí, tenía nombre. Durante todo el embarazo lo imaginaba en mis brazos, y le puse ese nombre en mi corazón, puesto que cada vez que lo pensaba el niño saltaba de alegría, en señal de aceptación. A pesar de lo que puedas pensar, quería a ese niño y la necesidad de deshacerme de él no ha dejado de romper mi corazón.”
ESTÁS LEYENDO
El Corazón de hestia
FantasíaUn relato corto novelado sobre la vida de Hefesto y la influencia de Hestia en su vida