Tranquilidad

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Exhausta por entar a aquel lugar.
Nerviosa por saber cómo era en realidad.
No podía esperar más,
Mi alma ya deseaba entrar.

Todas las equivocaciones que cometí,
Todas las veces que me caí. 
No me sirvieron para nada.
Solo para ocultar, la oscuridad cegada.
Solo para ocultar las sombras,
Que me atacaban noche y día.
Para ver caer luz que no existía, 
Y desvelar el sueño que tanto perseguía.
Para callar las tantas bocas, 
Cuyos labios nunca dijeron verdad.
Y sus voces calladas no volvieron a hablar.

Pero por fin atravesé el portón,
Y pregunté si era o no
lo que buscaba yo.
"¿Es aquí la tranquilidad?"
El hombre me miró
Y me respondió con amabilidad:
"En lo cierto estás,
Y si entras, a sufrir no volveras jamás".

A orillas de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora