Las Ventajas de Ser un Gato. Harry styles -Adaptada-

capitulo 6

  6

Era poco más de medio día y la señora Kaminsky había salido a hacer unas compras, por lo tanto, ____ estaba sola. Con Harry . Que era un chico.
Un chico.
Le gustaba pensarlo y hacer gestos desdeñosos frente al espejo.
―Oh, ¿Qué dices Keyra? ¿Qué mi novio está más bueno que el tuyo?―se abanicó con la mano―.Ji, ji, ji. Pues sí. Está más bueno que un chocolate caliente.
―____ ¿Irás a tardar mucho?―la voz impaciente y amortiguada de Harry la sobresaltó al otro lado de la puerta del baño principal.
―No. ¿Por qué? ¿Quieres entrar?
Ay, Dios. Mejor hubiera dicho «¿quieres entrar después demí?»
―No, pero es que... ¡auch! Tu perro no deja de amenazarme de muerte.
La situación era así: Tratar de sacar a Harry al otro lado de la puerta principal es como tratar de meter a un gato en la bañera. Tenía las manos aferradas al umbral de la puerta con mucha fuerza.
―Harry , esto es ridículo, los vecinos están mirando hacia acá. Sal de una vez. ¿Acaso no estás aburrido de estar encerrado todo el día en mi habitación?
―¿Estás loca? ¿Qué tal si llueve? ¿Eh?
―Acaba de llover. No volverá a pasar hasta dentro de muchas horas.
―Sólo mira esa nube―señaló una gigantesca masa irregular gris en el cielo.
Entonces ___ se acordó de algo que no le había preguntado antes y se sintió desconsiderada en ese momento.
―¿Te duele al cambiar?
Él la miró por encima del hombro.
―No, creo que no... no lo sé, ni siquiera me doy cuenta hasta que noto que todo me queda a dos metros de distancia sobre la cabeza.
Eso era muy raro.
Detrás de Harry estaba ____ y detrás de ____ estaba Honey, quien aprovechó que Harry zafaba un brazo del umbral para lanzarse sobre ____ con sus dos patas delanteras y ésta a su vez chocara contra la espalda de Harry haciéndolo caer y rodar por las escalinatas... y arrastrándola a ella también.
____ quedó apretada entre un charco que le mojaba la espalda y el pecho de Harry .
―¿Qué pasa contigo? ¿Por qué siempre tienes que ser tan agresiva?
―¡Fue Honey! Además yo no soy...―Harry se movió un poco, solo un poco, pero lo justo para que ____ sintiera toda la firmeza de su cuerpo. Se mareó. Honey comenzó a ladrar burlón.
Su corazón latió a tal velocidad que sabía que él lo notaría a través de la ropa. Ella le puso las manos en los hombros y comenzó a aporrearlo.―Quítate, ¡quítate!
Él se apartó sobándose la parte baja de la espalda y le tendió la mano a ____ para ayudarla a levantarse. En algún pequeño lugar dentro de ella misma, estaba harta.
Harta. Harta. Harta.
Harta de que cada cosa que pasaba con Harry le hiciera perder la conciencia, el control de sí misma. Le molestaba porque era terreno desconocido para ella.
La chica genio se sentía estúpida por primera vez en su vida. Esta vez, el problema era que la mano de Harry era como un guante para la mano de ____. Encajaban como las dos últimas piezas de un rompecabezas de 6,854, 196,000 partes.
Tenía el tamaño justo: la de Harry era grande y cubría por completo a la pequeña de ____.
Él carraspeó y se soltó para luego meter las manos en los bolsillos del pantalón y caminar hasta la reja.
―Bien, ya estoy afuera ¿y ahora?
____ regresó por la correa de Honey y tras cerrar la puerta con llave, caminaron por la banqueta.

No sobra decir que la dirección de ____ era el número diez de Downing Street, es decir, el palacio de Buckingham estaba tan cerca que su familia y la Reina Isabel II eran vecinos. Aunque claro, nunca tocaban a su puerta para preguntarle si no tenía una taza de azúcar que les regalara, ni le dejaban encargado a Honey cuando toda la familia salía de viaje, ni invitaba a su madre a tomar el té de las cuatro mientras se pasaban los chismes de loca Duquesa de York.
Alrededor de ella se encontraba el parque de Saint James, el Big Ben, el legendario puente de Londres, la abadía de Westminster y un puñado de jardines, teatros y museos.
Pero de todos esos lugares, ____ no sabía a dónde ir con un chico.
Doblaron en Margaret Street hasta entrar en el parque Saint James donde ____ soltó a Honey para que olfateara libremente.
Mientras Harry lo veía alejarse con la nariz pegada a las hojas caídas, deseó en silencio que se perdiera y nunca volviera, los perros lo ponían nervioso y huraño. Honey no era la excepción.