Día V

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¡Maldito día! Luego del amanecer, cuando ni siquiera dormí por leer los libros, la desesperación acompañada de toda aquella mierda se apoderó totalmente de mí, y mucho más fuerte que nunca. Opté por tirar cuanta cosa se me cruzara en mi camino, salí a la calle con furia en todo mi ser, mi mente me pedí aquello que yo quería evitar de una buena manera, pero ¡No! Lo necesitaba, era ¡NECESARIO!

Salí y caminé por largo tiempo, caminé y caminé, hasta que, ¡Por fin! La señal que había esperado, lo que acabaría con toda aquella porquería.

Una mujer.

Su belleza era radiante, aunque, no lo podía creer, ¡Yo era el único hombre en todo el mundo! ¿Acaso las mujeres no se habían extinguido junto con todos los demás hombres? Yo era el único "inmune", aunque, allí estaba, una mujer.

La desesperación se fue y dio paso a la lujuria y el deseo acompañado del nerviosismo.

Me acerqué a ella, le hablé y ella me habló con su melodiosa voz. Así que la llevé a mi hogar, puesto que éramos los únicos en todo el mundo.

¿Había dicho eso? Sí, el mundo se fue a la mierda hace algún tiempo. No tengo ni idea de cómo fue todo aquello, miles de personas fallecieron en tan solo un día, al segundo día, todas las demás fallecieron. Donde yo vivía tan solo pasaron unas doce horas y media ciudad yacía muerta, la gente se volvió loca por un instante, luego todo quedó desértico, solo los animales aprovecharon para comerse cuanto cadáver quedaba ¡Si, la naturaleza se apoderaría de toda la tierra de nuevo! Y sólo quedaba yo, hasta ese momento que conocí a aquella mujer "inmune" a aquella mierda que se llevó a los demás, era el único que sobrevivió.

Pero... he allí que la mente es la más horrida y horripilante de las enemigas.

Aquella mujer me pareció la más imperfecta de todas cuantas había conocido en mi vida, tan solo ese día que la había conocido ya era un peso para mí, no había pasado ni tres horas y yo sentía que habían pasado dos años con ella, ¡Peleó por todo! ¡En solo tres horas! Así que, en un momento que mi paciencia colapsó, tomé un cuchillo y la apuñalé brutalmente sacándole sus intestinos y allí la dejé, tirada en el piso.

En la sala de mi hogar yace el cuerpo de aquella mujer, creo que se llamaba Verónica, es gracioso que tan solo llevaba una hora con ella y ya nos habíamos dado "amor", luego, empezó todo un problema, como si llevásemos años juntos o algo similar, así que no tuve otra elección que matarla, ¡Nunca me había sentido tan lleno de gozo como ahora!

Dejaré estas líneas en aquel hogar, donde yace Verónica, me iré a otra parte a buscar alguna o algunas personas que estén vivas (eso espero) o alguna mujer que sea "perfecta". O quien sabe, si en todo este desdichado mundo sin vida humana me encuentre con otro hombre o con una mujer que valga la pena. En fin, dichoso el que encuentre esto, pues, es lo único que dejaré. ¿Tiene gracia escribir algo tan aburrido como mi vida solitaria en un mundo sin nadie más que un hombre? No lo creo.

Además, cuando un hombre quiere estar solo, se aleja de todo. Y aunque yo no quiera estar así, tengo que enfrentarme a eso. Buscaré personas pero, si no los encuentros gozaré con los libros que quedan en este mundo.

Por cierto, mi nombre es Paul.


Fin...


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