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"Never one without the other, we made a pact."

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Él caminaba despacio, a unos cuantos centímetros junto a mí. Se dedicaba a mirar el paisaje con aquellos hermosos ojos mieles, que por ahora tenían un aire de tristeza.
El panorama era acogedor, había un montón de niños jugando alrededor, mientras el sol bajaba lentamente para dar paso a la noche.
Lo miraba silenciosa mientras él tomaba asiento en una de las bancas que se encontraban en el lugar.
Me senté a su lado luego de unos segundos.
Con los brazos cruzados sobre el pecho, suspire sonoramente y lo mire de reojo. El lamió sus labios, mientras miraba hacia el frente. Sabía que estaba angustiado.

-Se lo que estás pensando, Justin -dije luego de segundos-. No tienes que explicarme algo que sé que pasara.

No dijo nada, pero la decisión ya la había tomado y esa era su definitiva: él dejaría el tratamiento de quimioterapia.

-Sé que no hay nada que hacer al respecto -apreté mis labios, empezaba a sentir lágrimas en los ojos-. Todos quieren hacerte cambiar de decisión, pero yo no. Si tú no quieres continuar con esto, yo estoy de acuerdo. Estamos en esto juntos, hasta el final.

La última oración salió de mi boca en forma de sollozo.

-Te amo -sus palabras se colaron por mis oídos. Lo mire y él sonreía ampliamente.

-Te amo un poco más -le dije-. Siempre te voy a apoyar en todo. Lo prometí. Las promesas se tienen que cumplir.

-Pero no llores más, linda -dijo riendo suavemente, mientras me abrazaba por el cuello.

Recargue mi cabeza en su hombro y rodeé su cintura con mis brazos. Me aferraba a él, quería estar así por siempre a su lado.
Cerré mis ojos. Él se encontraba junto a mí, podía sentir su respiración relajada.

-Sé que debería saberlo, amor -su tono de voz sonaba preocupado-, pero ¿estas enojada conmigo?

Lo mire fríamente y volví mi vista al frente de nuevo. Él sabía lo que había hecho, lo odiaba por actuar como si fuera lo contrario.

-¿Hice algo? O tal vez es algo que crees que hice -me limite a bufar molestamente-. No, no, si lo hice. Fue algo muy malo y lo siento.

Presione el botón del ascensor.
No quería estar enojada con él, pero pensar en esa perra cabellos de vello púbico mirando fijamente el trasero de Justin me hacía querer estrellar mi celular en su frente. En la de Justin. No sé exactamente porque, él no tiene la culpa después de todo.

El ascensor demoro mucho, así que me dirigí hacia las escaleras y comencé a subirlas de dos en dos.

-Déjame en paz, imbécil -murmure para mí, pero él me escucho.

-Sé que lo dices de los dientes para afuera Clem, ven y dame un beso -Justin ponía boca de pescado, mientras subía detrás de mí.

Subí rápidamente los últimos escalones, abrí la puerta del departamento apresuradamente y me disponía a cerrar, pero Justin fue más veloz.

-Escúcheme bien, señorita Smith. Que sea la última vez que me cierra la puerta en la cara o s...

-Escúchame bien tú, Bieber -le interrumpí-. Deja de llamar la atención de las chicas con tu enorme trasero de beisbolista.

Justin me miro confundido unos segundos y luego empezó a reír. Quería permanecer enojada, pero su risa era demasiado contagiosa e inevitablemente comencé a reír junto con él.

-¿Es mi imaginación o tu estas celosa?

-Cállate -dije luego de unos segundos.

Justin se acercó a mí, tomo mis brazos e hizo que estos lo rodearan, acomodo mis manos firmemente en su trasero y sonrió.

-Mi trasero es tuyo, mi corazón es tuyo, soy todo tuyo.

-¿Todo mío? No me haz convencido aun, Bieber -pensé.

Tomo mi rostro entre sus manos y beso mis labios delicadamente. Me encanta.

-No puedes seguir insistiendo en que me vaya. Porque no lo haré -sus palabras entraron por mis oídos, haciéndome sonreír como idiota.

-De acuerdo, ya me convenciste -dije en mi interior, mientras Justin tomaba mi mano y entrabamos al departamento.

Sonreí ante aquel recuerdo y abrí los ojos. Enderece mi cabeza y volteé a verlo, el seguía junto a mí con su mirada triste y su sonrisa ausente.

Trague saliva con dificultad y me puse de pie. Extendí mi mano hacia él y la tomo, poniéndose de pie también.

Comenzamos a caminar lentamente entre la oscuridad de aquel parque mientras mecíamos nuestras manos hacia adelante y hacia atrás infantilmente.

-Te amo -pronuncio cantando.

-Te amo más -le empuje suavemente en su costado con el mío.

Unas cuantas risas escaparon de su boca y sonreí levemente al escucharlo.

La felicidad que sentía en mi pecho de repente se esfumo al pensar que esa risa la escucharía un par de veces más antes de que desapareciera para siempre de mis días.

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