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El sol empieza a posarse detrás mío y la luz ahuyenta lo que queda de la penumbra. El calor empieza a entrar después de la luz, como sí uno encaminara al otro. Yo camino hacia la parada del bus, música en mis audífonos y un gran suéter gris, tiendo a salir temprano, me gusta la soledad y lo que se logra apreciar en los momentos de ésta misma.

Llego al final de la acera y miro hacia los lados de la calle, pero no hay autos, me acerco a una banca y me senté a esperar el bus. Al subir camine hacia los últimos asientos y había alguien ahí, que no dijo nada. Me obligué a tragar saliva, me acerqué y pregunté:

-¿Puedo sentarme?

-Claro-dijo sin siquiera mirarme, en un tono de indiferencia.

Me senté a su lado y bajé el volumen de la música al mínimo, miré a mi lado y viró la mirada hacia mí, sentí un gran calor en el pecho que recorrió mis venas. Me miró, sonrió, su cara se tornó un poco rojiza.
No sabía que hacer, definitivamente quería hablar con él, sólo qué no sabía el como...
-hey, ¿ya nos habíamos conocido?-dije después de haber reunido mucho valor.
-No, lo siento no me eres familiar-dijo mientras me veía, y al mismo tiempo una sonrisa empezaba a verse en su cara.
-Bueno, aquí bajo yo-bajó frente al museo-hasta luego.
-Adiós.

Se levantó, me miró con una marcada sonrisa en sus labios.
Subí el volumen y discerní la lírica de una canción: "We've got that spark that only lights a fuse, helps you see in the dark", fue lo que hubo entre nosotros, una chispa algo, que no había visto en nadie más.

Y recordé ése momento por una semana, el asiento del bus, su olor, la tonalidad de su cabello, su voz, sus ojos; sus ojos sobre los míos, pensaba en su mirada, su voz, su sonrisa, era inútil tratar de no pensar en ése momento. Y me dí cuenta cuan estúpido fui; me enamoré de unos ojos que no se fijarían en mí, de unos labios que no mencionarían mi nombre.












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