Esquivando a monjas y alumnas del internado, subiendo escaleras, bajando otras voy corriendo y oigo a la señorita McLaren gritar como una loca.
Cuando derrepente, una puerta abierta.
Una puerta hacia la libertad.
Corro con todas mis fuerzas cojo un abrigo que esta colgado en un perchero a la derecha de la puerta y de un salto caigo sobre la nieve fría.E
l chaquetón marrón es largo y ancho y me llega por debajo de las rodillas.
Me levanto y sigo corriendo por el prado blanco, no paro, no paro...
El cielo esta nublado, gris, apagado.
"No me esperaba el mundo así" pienso.
Derremente tropiezo con la raiz de un árbol y lo último que recuerdo es caer, mucho frio, un charco de sangre sobre blanco, marearme y tener miedo, mucho miedo.