Prólogo

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Estaba sentada, con los pies colgando, mientras miraba aquel amanecer casi perfecto, pensando en sus cosas. Pensando en su vida y en la forma en la que la llevaba.

No sabía qué hacía allí. Mientras intentaba adivinarlo, observaba como las primeras gaviotas empezaban a hacer su vida, como empezaban a emprender el vuelo, mientras volaban junto con el sonido del mar. El ir y venir de las olas, la manera en que rompían en el acantilado en el que ella se encontraba en ese instante. No sabía qué hacía allí. No sabía que sentía. ¿Asco? No estaba segura, pero era demasiado perfecto para ella, y aún así, no podía moverse.

-¿En qué piensas?- le preguntó mientras se paraba a su lado.

-En cómo hacer que el mundo sea un sitio mejor.- respondió con una falsa sonrisa.

-Me encanta tu sentido del humor. - dijo él mientras soltaba una pequeña carcajada.


Después de esa pequeña conversación se instauró un silencio incómodo. Ella estaba tensa y empezaba a morderse el labio, pequeña manía que había heredado de su madre.

-¿Qué quieres? - preguntó sin tan siquiera mirar al hombre de traje oscuro.

-¿ En serio tienes que preguntar ? - dijo el hombre mientras levantaba una ceja esperando que fuese una pequeña broma que tanto le gustaba hacer a ella

-No soy adivina . - respondió secamente sin dejar de mirar ni por un momento el amanecer.


Él la cogió del pelo fuertemente y tiró de su cabeza mientras se ponía de cuclillas para dar más énfasis a la frase que iba a formular.

-Mira niñata, no me gustas y yo a ti tampoco, pero eres buena haciendo la mierda que haces. Me necesitas. Sabes que mi paciencia es limitada así que no me vengas con tonterías. - le susurró en el oído mientras ella intentaba no decir nada sobre el tirón de pelo que acababa de sufrir. - Sabes perfectamente lo que quiero, así que conmigo no te hagas la tonta. - se quedó callado mientras esperaba que ella entendiese a la perfección las palabras que él acababa de decir. - He venido para saber cómo te ha ido. - después le soltó el pelo y se volvió a poner de pie, como si nunca se hubiese movido.

-Tienes razón, no me gustas.- dijo mientras intentaba aparentar que el tirón de pelo no le había dolido. - Todo va bien. Nada nuevo.

-Vaya, siempre es un placer hablar contigo.


Ella asintió para dar a entender que lo había escuchado  y siguió mirando el amanecer. 





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