Estaba cansada de esos sueños que se esforzaban en que nunca olvidara lo ocurrido y pareciera como si se hubieran incrementado desde la llegada de ese hilo rojo. Estaba esperando la hora para llegar a la escuela y tener algo con lo cual distraerme, el autobús se estaba tardando y lo único que cruzaba por mi mente eran sus ojos, su sonrisa, él.
Al fin había llegado a mi escuela y como siempre traté de ocultar ese molesto hilo rojo, siquiera las letras tenían una solución simple, taparlas con maquillaje, un problema menos.
El día transcurrió normal, mis amigos ya no mencionaban el extraño hilo que siempre llevaba, y agradecía eso, pues no sabía cómo explicar que el hilo de una leyenda había aparecido de la noche a la mañana en mi muñeca.
Al llegar a casa ya estaba a punto de entrar a mi cuarto cuando mi padre me llamó, él se encontraba en la sala haciendo una videollamada con mi madre. Ella vivía en mi antigua casa en otro estado, mientras que mi papá, mi hermano y yo vivíamos en la capital del estado; esperaba que para el final del semestre ella pudiera vivir con nosotros y así terminar de desconectarme de ese lugar, y en especial de esas personas a las que consideré amigos, aunque una parte de mí no quisiera.
Nuestras conversaciones no eran muy largas, pues aún no entendía a mi mamá y su modo infantil que tenía, sin embargo, ese día mencionó algo para lo cual aún no estaba lista para escuchar.
-El papá de Estefanía vino hoy a dejarme la invitación para su fiesta-. Ese claramente no era un nombre que deseaba escuchar, mi mamá ya sabía que nuestra amistad no había acabado bien, que ella me odiaba, pero no sabía cómo habían verdaderamente acabado las cosas con los demás, en especial con mi ex. Para los ojos de ella y de la mamá del mencionado, él y yo seguíamos siendo amigos, y podría decir que era cierto si ignoramos el hecho de que nunca hablamos y cuando hablamos no es ni cerca a la manera en la que nos tratábamos antes de ser pareja. Él no me hablaba y yo tampoco, nos distanciamos mutuamente, pero la actuación se me daba muy bien.-¿Qué día es?- dije con un pequeño deseo de volver a ver a los chicos que una vez llamé amigos, sólo para considerar si era correcto seguir en contacto o simplemente desaparecer de sus vidas.
Y así, el hilo rojo salió de mis pensamientos y empecé a imaginarme el día en el que mi antiguo grupo se reuniría. Por un momento, no imaginé cómo sería volver a ver a esos ojos, a esa sonrisa, a él. Por un momento, deje a mi mente descansar de la tristeza y del dolor, para dejar entrar un sentimiento de alegría que por fin me dejó dormir.
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Pesadillas de un hilo rojo
RomanceSi alguien me hubiera dicho que sufriría tanto, probablemente habría hecho algo diferente… pero el hubiera no existe y el destino siempre obtiene lo que quiere.