Hayden

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Thomas alternó su mirada entre ambas mujeres. Sus manos sudaban y sus rodillaa temblaban. Tragó saliva ruidosamente, y tomó su decisión.

-Beth, mi hermosa Beth, te juró que no lo hice en mis cinco sentidos. Ni si quiera fui yo el dela idea, estaba ebrio y muy estresado, por favor perdóname.- Thomas estaba de rodillas frente a su mujer, rogando mientras ella aguantaba las lágrimas como siempre lo hacía. Hayden, por otro lado, empezaba a respirar con más fuerza, su furia interior incrementaba con cada palabra bonita que Thomas pronunciaba.

¿Qué hay de ti, pequela Hayden?

-¿Y QUIÉN SE DISCULPA CONMIGO?- Explotó la rubia- ¡A mí nadie me dijo que él era casado, me dijo que me amaba y se casó conmigo, me prometió más cosas de las que jamás creí y me aventó al vacío a la mañana siguiente! ¡YO TAMBIÉN TENGO SENTIMIENTOS!- Dijo señalando su pecho.

Eso es, defiéndete. Muéstrales quién manda.

Miró a las paredes y comenzó a tirar todas las fotos familiares que había en ellas, rompiendo cada una contra el suelo. Corrió por la casa, destruyendo todo a su paso mientras la pareja la seguía y le pedía que parara.

-¡Basta, Hayden! Si, fue mi error pero ahora lo veo y lamento haberte hecho pasar por esto. Yo sé que no lo mereces pero por favor, deja de humillarte así.- Te está rebajando, haz algo. Recuerda lo que hay en el armario.

Evidentemente, esa última línea no fue la ideal, y llevó a Hayden a correr a ese armario que conocía tan bien y tomar la magnum calibre 22, apuntándola a la cabeza de Thomas desde el segundo en el que entró a la habitación.

Deja que ruegue.

-Estoy harta de tus idioteces, ¡MEREZCO SER AMADA!- La adrenalina que experimentaba Hayden se notaba en su voz.

No vayas a disparar aún, espera.

-Por favor, baja el arma, podemos resolverlo.- Thomas intentaba calmarla.

-¿Podemos?- Hayden estaba tan vulnerable emocionalmente.

No, Hayden, no dejes que te mienta.

-Sí, podemos... ¿Quieres una familia? Podemos ser una familia, serás como una tía para los niños y tendrás tu propio cuarto.- Hayden estaba a punto de soltar el arma, sin embargo, Beth gritó al mismo tiempo en que intentaba golpearla con una maceta, movimiento que hizo que Hayden disparara instintivamente, pegándole en la arteria poplítea. Hayden miró a Thomas con ojos asesinos mientras Beth gemía y trataba de detener la masiva cantidad de sangre que brotaba de su pierna.

Es un mentiroso, ya viste que te mintió, mátalo ahora.

-Corre- Thomas vaciló unos instantes.- ¡DIJE QUE CORRAS!- Y entonces salió lo más rápido que pudo de la casa, sabiendo que Hayden iría tras él y no le haría más daño a Beth.

Acorrálalo en un callejón y mátalo, sólo así podrás huir.

Una noche en Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora