Hola, me llamo Lucía, hija de Manuel y Antonia, un humilde molinero y una sencilla costurera, la pequeña de cinco hermanos. Mi vida ha transcurrido felizmente en el gran molino de piedra que me vio nacer en 1925.
Cuando era pequeña me dedicaba a jugar con las cabras y a perseguir a las gallinas por todo el gallinero, por lo que más de una vez me llevé un castigo de papá y mamá.
El tiempo fue pasando y me fui haciendo mayor, poco a poco fui ayudando en las tareas del molino y el cultivo junto a Cual, el perro con el que llevaba a las cabras a pastar y Macario, un joven mulo antiguo compañero de juegos y aliado en mis tareas del campo.
Cuando tenía quince años mi madre enfermó. Mis hermanos ya se habían ido a trabajar a las grandes ciudades. Yo tuve que madurar y trabajar duro, pero no me faltaba tiempo para animar a mi padre y cuidar de mi madre, pero de poco sirvió porque se marcho a los tres meses dejando un gran vacío en nuestros corazones.
Al poco tiempo mi padre pensó que estaría mejor con José, el mayor de mis hermanos, en la gran ciudad. Decidieron buscarme un trabajo en una fabrica donde trabajaba diez horas diarias rodeada de maquinas, y enferme de tristeza. Cuando me recuperé decidí volver a mi antigua vida, a la que pertenecía, y volví placidamente al campo con mi padre. ¡Que satisfacción volver a encontrarme con mi huerta, mis animales y el agua fresca del arroyo! Me descalcé para sentir la tierra, respiraba el aire puro y me dejé caer sobre la verde hierba al lado del viejo roble, que parecía alegrarse de mi retorno agitando sus ramas.
Los días pasaban y el gozo que sentía crecía cada día igual de rápido que los campos cultivados. Mi padre volvió a sonreír, tanto como yo, y nuestras vidas pasaban con una normalidad muy agradable. Mi padre, en las frías noches de invierno, me contaba historias sentado al lado del fuego a tierra y, aunque siempre fueran las mismas, nunca me cansaba de escucharlas.
Un buen día, fui a llevarle a mi padre el desayuno a la cama pero no despertaba, vio a mi madre, y se marchó con ella. En ese momento dejé caer la bandeja y me puse a llorar sobre su pecho zarandeándolo. Después del funeral mis hermanos intentaron que me fuera con ellos, que no me quedara sola pero me negué y les dije que aquel viejo molino y todo lo que lo rodeaba era mi mejor compañía y allí seguí con mi vida.
Al día siguiente de la marcha de mis hermanos tuve una feliz noticia, una de las cabras, Mariana, dio a luz a dos preciosos cabritillos a los que llamé Rufo y Margarita. Aquellas dos indefensas crías me tuvieron muy atareada durante mucho tiempo, ya que la madre no pudo amamantarlas, algo que me fue muy bien para no sumergirme en la tristeza.
El tiempo fue pasando y mis hermanos venían a verme en vacaciones con mis sobrinos, y mas tarde, ellos con sus pequeños. Yo disfrutaba verlos corretear, jugar y perseguir a las gallinas igual que cuando yo tenia su edad, que recuerdos...
Los años hicieron de mi una anciana y no me quedo mas remedio que aceptar la invitación de mis sobrinos y marchar con ellos. Sentí como mi alma se oscurecía y no me dejaba ver la madre Tierra, solo un infierno de humo contaminado y grandes edificios grisáceos. Yo me refugiaba en mis recuerdos, cerraba los ojos y me acordaba de lo que yo llamo vida; el viejo roble, mis campos cultivados, mis animales...
Con el tiempo, todos decidieron vender las tierras, por lo que yo me entristecí tanto que solo pensaba en mi vida en el molino y no en lo que vivía ahora, tenia Alzheimer.
Aprovechando las vacaciones de semana santa fuimos al pueblo para realizar las gestiones de la venta. Nuevamente estaba en mi casa, hacía tanto tiempo que no me sentía tan feliz... Me senté reposada en el viejo roble centenario y empecé a recordar como me sentían allí. Cerré los ojos y, al instante los volví a abrir, veía a Cual, a Macario, a Mariana, a Rufo y a Margarita y pensé que yo solo podía vivir allí y decidí quedarme. Al rato vinieron a llamarme para merendar, pero no consiguieron despertarme, yo ya me quedé allí para siempre, al lado del árbol que me vio crecer junto con mis plantas, mis animales y mi gran molino de piedra.
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La chica del molino
Short StoryEsta es una corta historia que escribí hace muchos años, pero le tengo mucho cariño y espero que la disfruteis tanto como yo lo hice escribiendola. Trata sobre la vida de una chica en un molino.