Hoy papá llegó muy tarde, lo sé porque cuando llegó lo escuche gritar y me desperté. Le gritaba a mamá, no entendía muy bien lo que decía, estaba borracho, otra vez, como siempre. Mamá trató de calmarlo pero él no cedió. Escuché un golpe de algo romperse y después el llanto de mamá. Me asomé a la puerta con cuidado de que no me vean y miré la horrible escena. Mamá lloraba en el piso mientras levantaba los pedazos el viejo jarrón de la abuela. Papá la levantó del pelo y la golpeo en el estómago, ella calló al suelo y el la pateo hasta el cansancio. Creí que la había matado pero enseguida escuche un sollozo de su parte. Papá se arrodilló a su lado, le pegó una cachetada y la levantó bruscamente. Acto seguido y sin parar a pensarlo un segundo le enterró la cabeza de lleno contra el cristal de viejo televisor de la sala. El vidrio se rompió en mil pedazos y la cabeza de mamá sangro hasta vaciarse. Ahí fue cuando no pude evitar que se me escapara un sollozo y mi padre volteo y me vio. La furia en sus ojos, me asusté, no voy a negarlo, pero intenté ocultarlo, lo peor que podía pasar era que él supiera que me intimidaba. Me miró fijamente unos segundos hasta que empezó a caminar hacia las escaleras, no pude moverme, me quedé inmóvil esperando lo peor. Cuando al fin llegó me tomo de la remera y me acercó al borde de la baranda, casi tirándome.
-No por favor déjame vivir.- Le supliqué entre lágrimas.
-¿Creíste que sería tan fácil?- Dijo susurrando, como para que solo yo escuche aunque no hubiera nadie más en la casa.
Me tiró contra el suelo de mi habitación y tomó uno de los ladrillos de plástico que tengo para jugar. Me golpeó una y otra vez con el hasta que se aburrió. Me pateó más cerca de la cama y mi cabeza de estampó contra la pata, comencé a sangrar pero el dolor de mi cabeza no se comparaba con el dolor que sentía en el estómago. El hombre frente a mi estaba pisándolo mientras reía a carcajadas.
Ya no tenía fuerzas para nada. Cerré los ojos y espere a que mi momento llegara pero me tomó del cuello y me levantó.
Me llevó hasta el borde de la escalera y me repitió en casi un susurro "Andate con tu madre" para después soltar su agarre y dejarme caer por la escalera. No tenía fuerza para frenar, mi cuerpo rodó por los escalones como un muerto hasta llegar al piso y desplomarse cual muñeco de trapo. Y ahí quedó, mi inerte cuerpo sin que al hombre que ahora dormía plácidamente en el piso de arriba le importara.
ESTÁS LEYENDO
Penas de Familia
Krótkie OpowiadaniaTodo niño quiere recibir amor pero no todos tienen lo que quieren