CINCUENTA Y DOS

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Freya buscaba un libro en uno de los estantes, cuando un caja calló al piso. Freya la miró y sonrió al recordar aquella caja.

Aquella caja había sido la que guardaba todas las notas que su esposo Zayn le había dado cuando eran jóvenes, para Freya era su mayor tesoro.

La pequeña York bajó corriendo donde su abuela y se sentó en su regazo.

- Abuela me cuentas una historia - dijo York

- Claro cariño - dijo Freya

Freya le contó la historia de como había conocido a Zayn con punto y coma. La pequeña York miraba atenta a su abuela con emoción.

- Y fin - dijo Freya

- Wow, abuela, fue genial ¡Sería increíble vivir una historia así! ¿Te lo imaginas? - dijo York, con aquella inocencia que solo un niño puede poseer

York subió las escaleras y Freya sintió unas manos en sus ojos, sonrió al oler aquel aroma tan especial para ella.

- Hola cariño - dijo Freya

- Hola amor - Zayn la besó - ¿Qué es eso?

- Es la caja donde tengo todas las notas que me enviaste desde la universidad - dijo Freya sonriénte

- ¿Por qué no las leemos? - dijo Zayn

- Será un placer - dijo Freya

Zayn y Freya leyeron todas las cartas aquel día entre besos y caricias Zayn se dio cuenta que Freya había sido y siempre será lo mejor de su vida, porque amar y saberse amado es el mayor placer de la vida.

FIN

CAPÍTULO EDITADO


La chica de los tatuajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora