Prólogo.

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Él... era un caos total. Pero yo era la tonta que le seguía a dondequiera que fuera.

El olor a alcohol, cigarro y marihuana inundaba mis fosas nasales, para una santa como yo, esos aromas eran realmente fuertes, por lo que me mareé enseguida, pero él seguía como si nada; claro, Damian estaba en su elemento.

Saludaba al que se le cruzara en el camino, se veía que era bastante social. Yo sólo me escondía detrás de él, y agarraba su chaqueta de cuero negro para no perderme entre tanta gente drogada y alcoholizada.

A pesar de que Damian era un bad boy, yo era todo lo contrario, una good girl en toda su regla, y aún, rodeada de tanta droga ilícita cómo legal, me mantenía dentro de lo que yo consideraba «correcto», por respeto a mí misma.

No me gustaba beber, y luego andar arrastrando mis pies y palabras.

No me gustaba fumar marihuana, y luego estar hablando estupideces y reír de cualquier tontería.

No me gustaba ir «de flor en flor», y luego que me trataran como puta.

Todos por ahí me conocían (apenas), cómo «la mojigata que siempre sigue a Damian», pero no me importa, hace tiempo dejaron de importarme los comentarios de la gente, y ahora soy feliz.

Sentí un tironcito, y de un momento a otro, ya me encontraba al lado de Damian y no detrás de él. Me sonrió, mostrando sus dientes y tratando de animarme para que me uniera a la fiesta. Pero como siempre, yo sólo quedé atrás, observándolo ser.



Damian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora