Decir que nada es verdad supone darse cuenta de que los cimientos de la sociedad son frágiles, y que debemos ser los pastores de nuestra propia civilización. Decir que todo esta permitido es comprender que somos los arquitectos de nuestros actos y que debemos vivir con las consecuencias, ya sean gloriosas o trágicas. "Nada es verdad, todo esta permitido".