❛⿻۬˖̥ ͭ 𝗖𝗜𝗥𝗖𝗨𝗦 ¹ ↳ 𝖬𝖨𝖪𝖠𝖸𝖴𝖴

❛⿻۬˖̥ ͭ 𝟴

El azabache había comenzado el día con energías y como no estarlo, Mikaela le había dicho que deseaba algo serio en lo que tenían y él estaba de acuerdo. Se conocían poco tiempo, pero había una química impresionante, era como si el rubio hubiera nacido para estar con él y viceversa.

¿Se estaba ilusionando rápido? Era lo más probable pero el que no arriesga no gana.

Ahora estaba preparándose para su práctica, retomarían las presentaciones hoy y necesitaba calentar primero. Observó el reloj en una de las esquinas de la carpa, Bathory iba retrasado por unos minutos y Yuu no evito reír, ya van dos veces en las que el mayor llegaba tarde.

— Yuu-chan es tu turno. — aviso el pequeño castaño.

— Está bien, Yoichi, pero necesito un favor, si viene Mikaela y vez que Guren está cerca encárgate de distraerlo.

— Claro, aunque no creo que pueda hacer mucho, sabes que ambos son más altos que yo.

Todo el circo conocía el nombre de Mikaela Bathory ya que Guren alardeó desde la noche anterior en cómo le intento romper la cabeza por aprovecharse de Yuichiro.

Cosa que el menor negó rotundamente y justifico las acciones de Guren como un ataque de celos fraternales.

— Haz lo que puedas. — sin perder más el tiempo Yuu se preparó y fue hasta el cinto, resbaló por poco ya que este aún se encontraba mojado, pero no le dio la importancia necesaria por tener la mente en otro lado.

En ese momento había llegado Mikaela al circo y al estar pasando por la entrada inevitablemente se encontró con Ichinose primero.

— ¿Tú qué haces aquí?

— Vine a ver los ensayos de Yuu-chan y de paso a hablar con usted.

— Y ¿De qué se supone que debemos hablar? Ayer ya te dejé en claro que sí lastimas a mi hijo yo...— el rubio lo interrumpió.

— Sé que usted no me conoce, pero no me cerraré a contestar todas sus dudas, vine aquí porque quería decirle que mis sentimientos por Yuichiro son sinceros y quiero que tengamos una relación seria. Tal vez para usted sea estúpido por el poco tiempo que nos conocemos, pero estoy dispuesto a no rendirme con él, me gusta, lo quiero y al igual que usted, quiero lo mejor para él.

— ¿Los jóvenes de ahora avanzan así una relación? En mis tiempos para llegar a un beso requería meses.

— Mi padre no me dijo lo mismo — Mikaela ya estaba al tanto de la aventura de su padre con el padre de Yuu, Lacus estaba feliz de contarle todo el chisme. — No me molesta, de hecho, sospechaba que había algo extraño en mi padre.

— No estamos hablando de él y de mí, pero retomando el tema principal, no pienso alejarte de Yuu. Le dije que lo apoyaría, pero si te atreves a lastimarlo me encargaré de arrancarte el corazón con mis propias manos.

— Es un trato justo, pero déjeme decirle que eso no pasará.

— Más te vale, mi hijo es lo más valioso que teng..

De pronto un ruido seco se escuchó en el lugar, como si algo hubiera caído.

O alguien.

— Guren-san, ¡Yuichiro-kun tuvo un accidente! — Yoichi apareció aterrado y agitado.

La cuerda no solo estaba mojada, necesitaba mantenimiento, pero el menor al darse cuenta de eso ya había sido demasiado tarde, la cuerda se había roto y Yuichiro cayó a más de tres metros al suelo.

La sangre caía por su frente y cuando Mikaela lo vio tendido, sus ojos se cristalizaron y grito.

— ¿Y-Yuu? P-Pequeño, despierta... — intento tocarlo, pero fue detenido por el jefe del circo.

— Cálmate, no podemos tocarlo... él ha caído de una altura muy alta y moverlo podría afectarlo más. — Guren estaba igual de aterrado, incluso más que Mikaela pero sabía los riesgo que podría correr alguien al tener lesiones de esa magnitud.

Observó a su hijo unos segundos antes de pedir una ambulancia, la cual llegó a los pocos minutos para llevarse al menor.

Mikaela tuvo que ver cómo revisaban a su pareja y le colocaban una mascarilla de oxígeno, lo único que puedo escuchar por parte de los paramédicos era de que su bebé había tenido casi un paro ya que el golpe principal había sido en la cabeza.

Guren no podía creerlo, jamás habían tenido una situación así y la primera persona en pasar eso era su hijo adoptivo, aquel niño con ojos grandes que es la luz de su día.

Ahora ambos se dirigían hacia el hospital en el auto del mayor mientras sollozaban en silencio.

No querían volver a experimentar la muerte de un ser querido.