¿Pesadilla o Realidad? (Parte 3)

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Ambas mujeres corrieron escaleras abajo mientras la gente comenzaba a agolparse intentando entrar en los ascensores. Jacky, por suerte, conocía bien la mente humana y sabía qué tendería a hacer la mayoría, lo cual les dejaba una buena ventaja. Se oían gritos, llantos, disparos… ¡Aquello era una locura!

Bajaron a la carrera, casi tropezándose, pero en silencio para evitar ponerse más nerviosas. En un recodo, Jacky casi se chocó con un muchacho que subía tranquilamente hacia un piso superior, quedando ambos con una cara bastante ridícula teniendo en cuenta la situación.

-Vaya, disculpad, no miraba por donde iba- sonrió el muchacho, un chiquillo joven, pero muy alto, bastante atractivo según pudo apreciar durante unos segundos de lucidez,

-¡No subas!- gritó Jacky al muchacho y, antes de darse cuenta Lluvia de lo que estaba pasando, la pelirroja les arrastraba a los dos hacia la puerta de salida del hospital.

-D-disculpe, doctora, pero yo venía a ver a un compañero y…- el chico, al parecer, estaba un poco perdido en aquella situación. No le extrañaba, dos médicos casi le arrollan y uno de ellos le había arrastrado literalmente a la salida sin dar explicación ninguna.

-Hay un brote infeccioso en el hospital de zombies, o yo qué sé qué cosa. No es broma, aunque te lo parezca- la voz de la pelirroja sonó firme una vez se encontraron al aire libre. Aún así, no les había soltado y continuaba andando con rapidez, alejándose hacia la salida del complejo hospital mientras los primeros evacuados comenzaban a correr despavoridos-. Todos los evacuados, sobre todo aquellos que han visto lo que está sucediendo, correrán  hacia la Iglesia de Nuestra señora de Begoña, hacia la Capilla del hospital e incluso hacia la Universidad aunque la hayan mandado evacuar. Pensarán que si se encierran en clases o en espacios grandes, sea lo que sea lo que pase, no les pillará. Los que sean más listos o piensen que la cosa no es para tanto, cogerán los coches o llamarán a algún taxi en las cercanías y se marcharán a casa.

-¿Y nosotros qué haremos?- preguntó por fin. Llevaba tiempo casi sin poder hablar, y cuando lo hacía solo le salían gritos de pánico.

-Los tres nos iremos a la estación de cercanías antes de que se llene, cogeremos el primer tren que nos pueda dejar cerca de casa y allí ya veremos.

-Pero… a ver, doctoras, yo no soy quien para irme con ustedes- dijo el muchacho.

-¿Vives solo?

-No, con mi padre, pero está de viaje de negocios, así que ahora mismo podría decirse que sí.

-Pues eso no es seguro, así que te vendrás con nosotras, que te cuidaremos mucho, seremos muy amorosas y no dejaremos que esas cosas te muerdan la cabeza- Jacky había adoptado, por lo que pudo ver, el papel de “padre” en aquella curiosa familia que se había montado de repente. Pensaba que el pobre muchacho las estaría tomando por locas, pero sin embargo las seguía sin oponer resistencia alguna. Por un momento la escena había resultado cómica, sobre todo por la manera de tratar a aquel muchacho. -. Por cierto, yo soy Jacqueline, pero me puedes llamar Jacky. Ella es Lluvia.

-Yo soy Marcos, encantado- pese a la situación, la sonrisa del chico había sido amable, dulce y tranquilizadora.

-Encantada… Bien, creo que será mejor que permanezcamos juntos hasta que estemos lejos y sepamos qué ha pasado de verdad- apretó la mano contra el bolsillo de su bata, donde reposaba la pistola que su adjunto le había dado. Esperaba realmente no tener que intentar utilizarla en ningún momento, aunque después de lo visto, ya nada parecía seguro.

Pandemonium: InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora