1. Nuevo inicio

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Hace un mes que he mudado a esta nueva ciudad, y es muy obvio lo que me esperaba, "— [...] nueva casa, nuevas personas por conocer, una oportunidad de cambio, he?—" si, claro madre.

Ya me había instalado totalmente una semana después de llegar, así que pasaría otras tres llenas de aburrición. Mis padres me sugirieron varias actividades, las cuales rechacé por completo, obviamente no saldría por ahí a "buscar amigos" yendo al parque o cualquier lugar para presentarme a desconocidos, eso no me va.

Al final opté por conseguir un empleo de medio tiempo, porque aunque nunca me ha hecho falta nada, no estaría tan mal tener un poco más de plata. Por la mañana del miércoles salí hacia algunas plazas para buscar algún lugar donde pudiera emplearme. Creo que fue mi día de suerte, porque justo había un nuevo lugar para chicos que lucía muy divertido en la plaza Milenio cerca de casa, y su apertura sería el viernes, por lo que ese día sería en el que inicie mi labor. Mientras tanto decidí aprovechar el tiempo que me quedaba antes de trabajar en leer y pasar tiempo con mis padres.

Viernes llegó más rápido de lo que creí, aunque la verdad no tenía presente la noción del tiempo. Esa mañana al despertar me aseé y bajé a desayunar, mamá ya tenía el desayuno listo así que al terminar me despedí, tomé mi mochila y salí de casa.

Al llegar, Carl, el tipo que se encargó de informarme aquel miércoles, me indicó lo que tenía que hacer, lo cual era muy sencillo, solo tenía que atender la máquina de helados y la barra de dulcería y botana. Me agradó el lugar, lucía divertido a mi gusto ya que era un sitio de juegos y entretenimiento para pasar el rato con amigos, además podía tener ciertos beneficios por trabajar aquí.

En fin. Como era día de apertura durante la mañana no se presentaron tantas personas, pero en la tarde y en la noche llegaron muchas, y me sentí afortunado por el empleo. Uno de mis pensamientos fue «quizá algunos de esos chicos o chicas vayan a mi nueva escuela», y por un momento me avergoncé. Aunque no estaba mal trabajar y menos en esto, es decir, creo que hay peores empleos, y como sea, lo dejé pasar. Las siguiente semanas previas a iniciar clases muchas personas se pasaban por el lugar. Fue buena idea esto del empleo.

Era lunes ya. Me había adelantado a mi alarma, no había podido dormir bien, supongo que estoy nervioso. Aún así tengo que aprovechar el tiempo. Entro al baño, hago mis necesidades y me ducho. Al teminar me dispongo a vestirme tomo unos jeans, una camiseta de Metallica, mis converse y calcetines, una sudadera y listo, bajo a desayunar.

  — Buen día, ¿comó dormiste Eivor? ¿pudiste descansar? En la noche te escuché salir de tu habitación, ¿saliste a caminar? —  mamá habló cuando me escuchó entrar a la cocina, ella algunas veces hace muchas preguntas.

  —  Buen día mamá. Si, solo salí un par de horas. Dormí bien, hasta cierto punto. ¿qué has preparado?

  — Jugo de naranja, huevos y tocino... preparé café para tu papá, ¿quieres? 

  — No, estoy bien. ¿Hay galletas de ayer?

  — Si, están en el frasco de arriba.— me señaló. 

Terminé de desayunar, tome unas galletas. Papá ya bajaba las escaleras.  

  — Ya me voy al colegio, los veo más tarde.

  — Esta bien, pero ¿no es muy temprano para irte?—  respondió papá.

  — No tomaré el bus, me iré caminando.

  — De acuerdo. Ve con cuidado, que tengas un buen día hijo. 

  — Igualmente a los dos. Adiós.

Una mirada de lilasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora