EL COMIENZO DE UNA HISTORIA

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Esa manera de ver la vida después de que miras una película o una novela romántica, donde los protagonistas se aman, se juran amor eterno y al final quedan juntos, felices, tienen hijos y mueren con una sonrisa en la cara y después llega ese momento de transición de la imaginación creada por una pantalla a la realidad cruel de la vida. Es allí donde las ganas de escribir aparecen dándole paso a una imaginación que crea una historia a partir de una letra, y a si es como da inicio a esta historia, teniendo en claro que para muchos no puede ser cómoda leerla (si es que llega) tendré la valentía de continuar, con la fe de que es un futuro sea como una historia cualquiera donde lees de una relación amorosa y sientes envidia, pero aclarando que esta si es de verdad, aunque parece llena de fantasía y salida de una de las pantallas no lo es.

La vida la percibimos todos de una manera diferente y quiero recalcar que hago esto para dejar un diario de un amor que fue el primero y espero que el último, no tener como principio la motivación y la autoexploración porque de esos libros ya hay muchos, esta es una historia para que aprendas a valorar lo que tienes.

Todo comienza cuando era un chiquito, dedicado a mi estudio y a mi familia, enfocado en progresar para tener una vida estable y darle una mejor a mis futuros hijos, si nos ponemos a pensar era ambicioso para la edad que tenia a los 14 años donde la mayoría de vida de los adolecentes se mueven alrededor de un videojuego o un aparato electrónico, estaba justo en octavo grado, esos maravillosos años donde te das cuenta que te aparecen vellos, que te salen granitos, te preocupas por cómo te vez y a un mas importante "lo que te gusta", pero siempre progresando como la sociedad te exige, ese sistema cruel que hace que sigas como los demás van.

El año trascurría como cualquier otro, para ser un niño de mi status en el colegio estaba con los "populares", el chico guapo que todas morían por él y capital de los grupos de deportes del colegio, el motociclista guapo, la chica con cuerpo perfecto que siempre andaba con dos chicas alrededor para que le recordaran lo bonita que era, la otra niña era la líder del salón se creía lo mejor de lo mejor, y luego estaba yo, el primer cerebrito en ese grupo que no era un "nerd" como los demás, aun a si ya se me pegaba lo arrogante. De nuevo un año, un largo año, lleno de tareas, las mismas personas de siempre, y el mismo colegio de siempre del cual siempre me quería salir, pero no lo hacía. El primer día de estudio la mayoría iba en particular,- ¡jaa! Todos exponen la ropa que se pusieron el día de navidad- exalto una compañera mientras los demás nos reíamos en silencio, la profesora tenía cara de infarto y los nuevos compañeros aun peor, vi una niña nueva que hacia la que afinaba su voz pero en realidad pareciera que estuviera desgarrando un violín, un chico que se creía el malo que nadie se le acercaba y para completar llego otro que a estas alturas de la vida utilizaba bermudas, no compartía esa moda pero me parecía un poco cómica, pero en fin no le puse mucho cuidado porque estaba en mi cuento con los demás; nos presentamos uno por uno, cada uno tomándose la presentación a broma mientras la profesora se exaltaba un poco, todo se quedo en silencio y continuo el chico de las bermudas que en el momento cuando se presento y pronuncio su segundo apellido, me dio una risa incomoda que de inmediato se volvió una carcajada y los demás los siguieron inocentemente, - Que imprudente de mi parte- pensé, después de lo que hice en clase.

La vida por fuera del colegio era cotidiana, un barrio normal y aburrido donde lo más emocionante que pasaba era cuando el vecino se emborrachaba y comenzaba a gritar en la calle llamando a mi padre, aunque en la noche el barrio se volvía tenebroso para muchos y para otros cogía un vibra extravagante, a veces era chistoso ver como mi vecina salía a barrer la casa altas hora de la noche, o ver como dos hombres aprovechaban la soledad de las personas y la vigilancia de la luna para darse muestras de amor como si fuera un delito, o los hermoso felinos saltando de techo en techo buscando algún ratoncito valiente que se haya dignado en salir de escondite, pero en fin, no voy a pasar hablando de la inmensidad de cosas que pasaban por mi barrio, sencillamente demostrar que no era lo que todo mundo pensaba, un lugar aburrido.

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