Kravmehú

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Niko se estacionó en un restaurante mediano con una pinta por fuera de restaurante de los 50's llamado «Kravmehú». Estaba empezando en aquel entonces, y ahora es una multinacional reconocida por haber sido la primera en ofrecer muchas reales alternativas saludables y el famoso «retrofuturismo» en su diseño.

—Kravmehú —dijo Elizabeth.

—Kravmehú, sí. Decorado por gente que vivió los años cincuenta, y mejorado por quienes querían disfrutar de algunas cosas que tenemos hoy y mi visión del futuro. Vine tantas veces, que lo quise modificar con algunos de mis inventos. Fueron tan exitosos que los otros dos Kravmehú incorporaron estos inventos.

—Ojalá sigan creciendo.

—Lo harán. Me siento confiado.

Niko presionó un botón que le quitó el seguro a las puertas y encendió algunas luces de neón en el auto. Elizabeth se asustó.

—Deberías perder el miedo hacia la tecnología si quieres entrar a Kravmehú, Eli.

Elizabeth asintió con la cabeza y luego suspiró.

—Está bien.

Niko recordó la primera vez que tuvo una cita con la Elizabeth de los 50's. Se arrepentía mucho de no haberle dado su abrigo en aquella noche fría. El gran problema en esta situación era que no podía deshacerse del impermeable sueco blanco por más de un motivo, así que se arriesgó a preguntar:

—¿Quieres una chaqueta? Podría quedarme con mi impermeable, no hay problema.

—Sí, gracias.

Niko asintió con la cabeza, se bajó del auto, abrió la cajuela, y sacó una chaqueta negra de poliuretano.

—Por favor —murmuró Niko apretando la chaqueta.

Niko abrió la puerta y le mostró la chaqueta a Elizabeth con una sonrisa torpe. Elizabeth rió.

—Vamos —dijo Niko—. Nada dice más retrofuturismo que un look de los 50's con la igualdad hacia la mujer que habrá en el futuro.

—Pero tú no irás vestido con nada retrofuturista.

Niko miró con una sonrisa desafiante a Elizabeth, y se bajó del auto con las llaves de la cajuela (cerrando la puerta primero). Entre las cosas que tenía en su cajuela, había una caja irrompible con cosas secretas que delatarían que es un viajero del tiempo (aunque son difíciles de usar). Entre ellas, un reloj del bolsillo del siglo XIX con algunas funciones muy básicas de viaje en el tiempo, pero tan solo le gustaba utilizarlo hasta los años 40's. Le gusta mantenerla en la caja indestructible, porque ahí el tiempo no transcurre, ahorrando mantenimiento y el riesgo de perder el único recuerdo de su padre. Se puso el reloj confiando en que no pasaría nada. Niko cerró con llave la caja y la cajuela. Caminó hasta la ventana de Elizabeth, y escribió «vamos» de manera que se pudiera leer desde adentro.

—Está bien —dijo Elizabeth acomodándose la chaqueta.

Elizabeth se bajó del auto y tronó los nudillos. Luego sacó unas gafas de sol que estaban en la chaqueta, y se los puso.

—Te ves más ruda, aunque creo que no engañarías a nadie.

Elizabeth le lanzó un rápido puñetazo para probar su fuerza. Niko estaba acostumbrado a pelear, así que el bloqueo lastimó a Elizabeth.

—Lo siento mucho —dijo Niko con las manos en la cabeza.

Sin pensarlo mucho sacó su reloj moderno y regresó diez segundos en el tiempo. Esta vez esquivó el golpe.

Amor y tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora