Capítulo I

263 24 3
                                    

Estoy en mi cama esperando mi desayuno como todos los días desde que tengo memoria. Me fastidia el hecho de que Angela, mi sirvienta, no haya subido. Todos los veranos ha sido puntual y no veo el porque éste sea diferente.
Un toquido a la puerta me distrae de mi enojo. Le digo que pase y cuando voy a abrir lo boca para reclamarle, una joven hermosa de cabello corto y pelirrojo está trayendome el desayuno. Largas piernas y cintura estrecha tiene, es justo el tipo que me gustaría pasar una noche.
Viene directo hacía mi y ni siquiera ha saludado. Me molesto, quiero escuchar el tono de su voz y ver si es perfecta. Pone la bandeja en mis piernas como lo hace Angela, y puedo notar que no es provocativa. Tiene todo en su lugar y me sorprende.
Pero se aleja demasiado rápido.

- Con su permiso - dice.

Y su voz es melodía para mí oídos.
Si más se gira y sale de la habitación. ¿quién es? ¿Qué hace aquí? ¿Dónde está Angela? Mas adelante averiguaré lo que ocurre. Mientras tanto me como mi desayuno y está delicioso. Jamás me han hecho uno igual y eso que solo es pan tostado con huevo y tocino.
Cuando termino voy directo a la ducha y en cinco minutos ya estoy cambiándome. Me apresuro para ir con Martha la ama de llaves y quién contrata al personal, sé dónde encontrarla, en la cocina dónde comen los empleados y espero que ella esté ahí y mi deseo se hace realidad, porque ella está de espaldas a mí y me gusta ese perfil.

- Joven Cawell, buenos días - y todo el personal se levanta y deja de desayunar excepto ella.

Martha le hace una seña discreta para que se levante y lo hace. No me importa ese hecho.

- Tomen asiento - digo y ellos obedecen. Alcanzo a escuchar que ella suelta un bólido y me parece divertido, en vez de enfadarme - Martha ¿dónde está Angela?

- Sus nietos vinieron estas vacaciones y pidió las suyas - contesta en tono maternal.

Ella siempre ha sido como una segunda madre para mí y es la única que me puede tutuear aunque no le gusta hacerlo enfrente de los demás empleados.

- En su lugar, hemos contratado a Alice, es mi sobrina joven - prosigue.

¿Por qué no sabía de su sobrina?

- Mucho gusto joven Cowell - dice Alice pero sin estirar la mano.

- Llámame Noah - le extiendo la mano, por el simple hecho de que quiero tocarla.
En sus ojos verdes hay duda, y son hermosos.

Un tono de celular suena y me irrita.

- Es el mío, disculpame. - y sale al patio.

- Martha puede acompañarme

- Claro que si

La llevo a la sala y ella me sigue como siempre. No sé qué sería de mi familia sino fuera porque ella la mantiene.

- Te pido que me disculpes, ella es nueva y no conoce muy bien las reglas de la casa.

- Normalmente, y tú lo sabes, eso me enfadaría bastante. Pero por ser joven como yo está bien. ¿Puedo saber por qué yo no sabía de tu sobrina?

- Por que no es mi sobrina directa, era de mi querido Alfonso

Alfonso también trabajaba aquí con nosotros, era chófer y jardinero en su tiempo libre, lamentablemente enfermó y ya no pudimos hacer nada. Fue un momento difícil para toda la familia, y ahora que recuerdo ella no estaba aquí. Vino toda su familia y no estaba presente.

- Lo entiendo, eso explica porque no la conocía, Alfonso era muy reservado.

- Pero lo quería como,si fuera su hijo.

- Y qué fortuna haber sido parte de su vida.

- Martha - viene Alice con una sonrisa que es borrada cuando me ve - perdón, señora Sánchez no sabía que estaba ocupada con él

- No seas grosera Liz, más respeto para el joven.

- No debería tenerlo, pero como es el que me paga tendré que hacerlo.

- Señorita...

- Alice, sólo así - responde

- Bien, señorita Alice acompáñame al despacho por su liquidación

Y pensé que con eso se iba a disculpar. Pero estaba en un error, ella espero paciente a no sé qué.

- ¿No va a decir algo al respecto?

- Sí, ¿dónde está el despacho?

Así que es dura de roer, me gusta. Camino hacia allá para cometer una de mis grandes locuras. Ella me sigue y sólo escucho a Martha soltar una risita.
Al llegar al sitio dónde la cité y al cerrar detrás de ella la puerta, me giro y camino hacia ella cada paso que doy, ella da uno hacia atrás hasta que ya no has más espacio para que ella se mueva. Su respiración es regular y en sus ojos esmeraldas no se nota miedo, todo lo contrario. Muerde su labio y me vibra mi cuerpo. Y puedo oler las flores dulces de su perfume, irónico porque para nada es dulce.
Y ya no resto más y la beso, sus labios son delgados y perfectos, trato de que ella me corresponda, pero no cede. La tomo por la cabeza para inclinarla y aun así se niega a seguir el beso, no pierdo las esperanzas para que ella también me bese y logró frutos, porque abre su boca y antes de que pueda hacer algo ella me muerde y patea mis partes nobles.

- Si vuelve a ponerme una mano encima, juro que me olvidaré que es mi jefe y no le convendría.

- ¡Estás despedida! - grito del dolor

- Usted no puede hacerlo, porque sus padres son los que me contrataron y en el papel que firme hay una cláusula donde sólo los que me pueden despedir son los que firmaron el contrato.

Y con eso se va, azotando la puerta dejándome con un dolor de los mil demonio y una sonrisa en mi rostro.
En verdad ella es única, lista y bonita y va a ser mía.

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora