Capítulo III

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Los días siguientes después de nuestro pequeño encuentro, ella volvió a ser la misma de antes, amargada y seria. Es como si no me soportara, y lo digo personal porque que visto (más bien la he espiado) y con los demás es como una perita en dulce. Hay dos opciones o a mí me odia o en realidad ella es así.
Además no he sabido nada de ninguna mujer y estoy en paz. Mañana será mi fiesta y podré pasarla bien. Un domingo de fiesta es raro. Pero ninguno de mis empleados trabaja, mis padres no están (nunca) y son puntos a mi favor. Y hablando de eso... Puede que invite a Alice a la fiesta. Me gustaría verla con otra cosa que no sea el uniforme y bueno, teniendo ese cuerpo me interesa saber cómo luce.
Estoy en el patio de mi casa, disfrutando uno de los mejores días soleados que hay. Por mi mente sólo pasa la imagen de Alice tumbada en su cama, mojada y con ropa interior, no me culpen, soy hombre.

- Disculpe, ¿va a necesitar algo más? - lo voz de mi sueño no hecho realidad me saca de mis pensamientos

- Ya te he dicho que me tutees, ambos tenemos la misma edad. Y no, no necesito nada más, ¿Por qué?

La veo. Y se paralizan mis pensamientos y todo mi cuerpo. Esa el la reacción que suelo tener cuando estoy cerca de ella. No sabes cómo podría reaccionar.

- Se lo diré sólo porque es mi jefe

Aunque quisiera que me lo contarás por tenerme confianza, pienso.

- Hoy iré a ver a mi padre, por lo tanto saldré temprano y regresaré mañana por el medio día.

¡Vaya! No me esperaba eso.
Por primera vez es sincera y abierta.

- Bien. Puedes retirarte

En sus ojos puedo notar sorpresa, habitualmente espera que la llene de preguntas, pero he decidido que tengo que relajarme y disfrutar.
Observo como se mete a la casa y me marcha con paso decidido. Y es que en serio me volverá loco ésta mujer.

*

Es media noche, y no consigo dormirme. Tengo un mal presentimiento, no sé a quién se puede referir. Con mis padres hablé hace dos horas, y ¿las malas noticias llegan rápido? ¿No? Con mi ama de llaves tampoco, ella me marcó hace cinco minutos para ver si no estaba la casa incendiada.
No quiero pensar más en este horrible sentimiento y voy a la cocina por un vaso de agua. Al llegar lo saco de la alacena y me sirvo.
Doy un trato y siento como el agua me refresca al pasar por mi garganta.
Esa sensación calma un poco la otra.
Escucho un ruido afuera, en el patio, ¿quién será? No creo que sea un ladrón hay vigilancia por todas partes, pero por si las dudas tomo el vaso de vidrio de mi mano y voy hacia el ruido que anteriormente escuché. Al momento de llegar a la puerta, ésta se abre y alzando mi brazo para romperle el vaso en la cabeza, la cara de Alice con ojos llorosos y nariz roja aparece frente a mí. Ella se asusta y agranda sus ojos, luego los guía a mi brazo y siento como me quema la piel, después una pequeña sonrisa aparece en su rostro y mi estómago se revuelve, es muy bella cuando sonríe sinceramente.

- Que bueno que te sabes defender - se mofó

- Era lo primero que tenía en mano - bajé el brazo y me encogí d hombros - ¿qué haces aquí? ¿No regresaban mañana por la tarde?

Nuevamente puso su expresión sería, sin embargo ésta era diferente, tenía un rasgo de tristeza.
Y empujando con el hombro, se metió a la cocina ¿qué le habrá pasado con su padre? ¿Ella se escapó? ¿No le hizo caso? Qué, es lo que quiero saber. Pero, como me quedé pensando un instante en lo que pudo o no pudo pasar ella me llevaba ventaja y esta vez no me iba a quedar con las ganas de ir tras de ella y preguntarle qué es lo que pasa.

Caminé nuevamente a la cocina y al entrar ella estaba en la mesa para empleados, con los brazos cruzados y apoyados en la mesa y su cabeza entre ellos. Pude notar el hecho de que ella lloraba, ¿en verdad ella podía hacer eso?
Eso no importa ahora, ¿será que me acerco a consolarla o me quedo aquí parado?
Mi impulso de quererla tocar me gana y voy con ella.

- ¿Todo bien, Alice?

No hubo respuesta.

- Alice... Me estás asustando.

Nada.

Me pongo en cuclillas y la acaricio la espalda, noto que se tensa pero no paro, ella ha dejado de llorar y siento un gran alivio. No me gusta ver a las mujeres así, dolidas y que no pueden expresarse con alguien.
Sin darme cuenta de cómo llegó a estar entre mis brazos, me sujeta alrededor de cuello y llora.
Le susurro que puede contar conmigo y que no la dejaré sola. Que puede decirme o no lo que ocurre.
Tras un largo tiempo, su llanto se va calmando y abre paso a los espasmos de ello. Por otro tiempo, ella sin soltarse me dice:

- Gracias, lo que pasa es que mi padre es un completo idiota. Siempre será lo mismo, jamás cambiará

Iba a responder cuando ella agregó :

- No te diré más, sé que viniste a mi porque quieres saber y estar informado.

- Eso tiene parte de verdad - respondo acariciando un costado de su cara - pero la otra parte, es que no puedo ver a ninguna mujer llorar.

Y lo digo, porque en mi infancia molesté a una hija de la criada sólo porque tenía que demostrarle a mis "amigos" que era igual que ellos. Siempre la hacía llorar, pero siempre me arrepentía. Tiempo después ella se marchó y ya no supe de ella y no pude pedirle disculpas.

- Mmmm, no puedo creer que seas así. Pero, ¿te puedo pedir un favor?

- Claro, el que tú quieras.

- ¿Seguro?

- Si - digo con firmeza y seguridad que no tengo, ¿qué querrá?

- Incluso. ¿Qué mates a mi idiota de mi padre?

Agrandé los ojos de la sorpresa, ¿en verdad...

Ella se ríe a carcajadas.

- Debiste ver tu cara - volvió a reír.

Eso me molestó completamente, jugó con mis sentimientos. Me levanté del piso y la dejé que ella se cayera sus ojos era de sorpresa y de inmediato se calló.
Una cosa es que tolero que sea como ella es, pero otra muy distinta aguantar sus bromas pesadas y sus juegos sucio, se aprovechó de algo que yo le dije con toda la sinceridad del mundo para que lo pague así, está muy equivocada.

- El lunes por la mañana quiero que alguien más me sirva, no te quiero ver cerca de mí. Si voy a un lugar, no estés ahí. Si por mi fuera te correría. Pero sino no fuera porque mi nana te está ayudando, sigues aquí. Mañana hay una fiesta y quiero que asistas a todos los invitados y pobre de ti si mencionas algo que se diga y haga mañana ¿entendido?

Ella no dijo nada, sólo estaba impresionada de mi tono y forma de decirle las cosas.

Y cómo tiempo después no obtuve respuesta, me largué a mi habitación.

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora