Sí, había acabado entre las vías del tren. No quería abordarlo, y él me había arrollado sin darme cuenta. Pero, mientras las lesiones no fueran visibles, podía continuar negándole al mundo que algo estaba pasando.
***
Creo que jamás he estado más nerviosa en mi vida. El dueño de la empresa, el mismísimo Luca Brunetti está esperándome en su oficina para revisar mi trabajo.
Conozco al papá de Lucian desde hace muchos años, sin embargo, siempre me ponen nerviosa las críticas hacia mi trabajo, sea quien sea. Y en esta ocasión, el hombre que me había dado la oportunidad de mi vida, revisaría si había hecho una buena elección. Debía demostrarle que sí.
Respiro profundo y doy tres toques a la puerta. A pesar de que, la secretaria del señor Brunetti ya me había anunciado y autorizado a pasar.
—Pasa Lorena —se oye desde dentro. Me pongo erguida, respiro hondo y entro.
—Ingeniero Brunetti, buenas tardes.
Sonríe.
—Ingeniera Astori, ¿cómo está?
Intento reprimir la sonrisa que quiere escaparse de mis labios. Amo que me llamen así, me hace sentir orgullosa de mí misma. Ese título me costó sacrificio y esfuerzo.
—Adelante Lorena, sonríe —dice él—, ¿verdad que no hay nada mejor que lograr tus metas?
—No señor, nada puede superarlo —concuerdo con convicción.
Él me observa como si mi respuesta fuese la adecuada. Estoy segura de que lo es, porque no es nada más que la verdad.
—Muy bien, entonces, puedes comenzar con tu presentación. Sorpréndeme —añade.
Y durante la siguiente hora, expongo con lujo de detalle el análisis del software en el que estoy trabajando. Me apoyo en diagramas de flujo, y algoritmos para que la presentación sea más visual. Y me explayo con cada definición. No dejo lugar para dudas, explico hasta la más mínima característica.
El señor Brunetti mantiene toda su atención en mí. Tiene las manos juntas frente a su cara con los dedos alineados. Está estoico, no puedo decir si le agrada o lo estoy haciendo todo mal.
—... En conclusión, esa sería la solución más factible porque optimizaría los procesos y es una opción que se puede implementar inmediatamente. —Concluyo.
El siguiente par de minutos acaba conmigo. El silencio reina en el salón. El Ingeniero parece estar analizándolo.
Es entonces que rompe en una sonrisa satisfecha.
—Siempre supe que tenías talento muchacha. Y veo que no me equivoqué al ver potencial en ti. Esa ha sido una de las mejores propuestas que me han presentado, se nota que sabes lo que haces. Y el uso de la estética, y el cuido de cada detalle fueron excepcionales... Llegarás lejos.
—Gracias. Y gracias por darme la oportunidad.
—Sabía que serías un buen elemento para mi empresa. Siempre lo supe. Sabía que serías exitosa y lograrías la excelencia en lo que sea a lo que te dedicaras. Para mi suerte fue en la misma área en la que me desempeño. Recuerdo que desde niña mostrabas potencial, en las juntas de padres en la escuela, tus maestros te alababan, siempre eras de las mejores. Me alegra ver lo que conseguiste.
YOU ARE READING
Yo decido cuándo.
Romance«¿Y para cuándo la boda?», «¿Cuándo vas a tener novio?», «Te va a dejar el tren», «Serás la solterona de la familia»... ¿A quién no le han dicho alguna de estas frases? Estas y muchas otras han sido el pan de cada día de Lorena, cuya vida amorosa...