Tres años después...
Me preparo para la reunión de negocios que tendré con los nuevos accionistas de la empresa. Aún no me creo que haya podido seguir manteniendo a flote la empresa de mi padre sintiéndome incompleto, porque desde que Lorena se fue, una parte de mí se marchó con ella. Pero mi papá confió en mí, y era mi deber no fallarle. Ahora nuestro éxito es una de las cosas de las que más me siento orgulloso.
No pasa un día en el que no me pregunte qué es de su vida ahora. Hubiese deseado mantener el contacto, pero ella insistió en alejarse, en cortar toda relación conmigo. Con todos en realidad, las únicas personas que saben de ella, son su mamá y su hermana. Y cuando me reúno con ellas y les pregunto por ella, me cuentan sólo lo necesario. Y a pesar de todo, me basta para seguir.
Después de la reunión estoy hecho polvo. El día ha sido largo, y me apetece ir a dormir, pero Allisson me llama para invitarme a cenar con ella y su familia, y no puedo decir que no. Hay una persona especial para mí allí.
Me cambio de ropa por algo más informal, y cojo una botella de vino de mi reserva personal para llevársela a Alejandro. Él es una de las pocas personas con las que puedo tener una buena plática de vinos.
Estaciono mi auto frente a su casa, pero no me bajo, sino que me quedo viendo en dirección a la puerta. Ahí hay un hogar, una pareja que se ama, una familia feliz. Ahí hay, lo que yo siempre he querido tener. Y es un poco duro tener que verlo desde fuera. Sin embargo soy muy feliz de que esas personas sean mis amigos, son como mi familia.
Cuando finalmente llego a la puerta, doy tres golpes consecutivos y espero. La puerta se abre solo un poco, y la persona que me abre me sonríe ampliamente.
—¿Cómo está la chica más hermosa del mundo? —le pregunto al tiempo que la recibo entre mis brazos y la beso. Ella se ríe, me toma de la mano, y así entramos a la casa.
Creo que la vida es un poco más hermosa desde que está Lauren.
—Pero mira quien llegó —dice Allisson al tiempo que se acerca a abrazarme—. Qué bueno verte, Lucian.
—Lo mismo digo, Alli.
Alejandro sale de la cocina y me da la sonrisa del millón de dólares que hipnotiza a Allisson. Otra punzada de envidia me recorre. Yo quiero tener eso.
Alex se acerca y me estrecha la mano, y luego me da unas palmadas en la espalda. Le tiendo la botella que he traído y el silba impresionado.
—Cada vez te superas más, hermano.
Me encojo de hombros.
—Esa es mi cosecha favorita.
Lauren me aprieta la mano, y cuando volteo la veo frotándose los ojos.
—Parece que alguien tiene sueño —dice Alejandro, con una sonrisa de lado. Se acerca a ella, pero lo detengo.
—Esto... ¿puedo hacerlo yo?
Me mira con una expresión que no sé descifrar. Es algo... ¿paternal? Alejandro se ha convertido en el hermano mayor que nunca tuve.
—Adelante.
Levanto del suelo a Lauren. Y recuesto su cabeza con cuidado en mi hombro. No sin antes volver a darle un beso sonoro en la mejilla, como el que le di cuando me recibió.
Es tan pequeña y tan dulce. La hija de Allisson y Alejandro es un amor sin duda... Desde que nació he estado ahí, porque en cierto modo me recordaba a Lorena. Ellas tienen el mismo cabello rubio, excepto que el de la pequeña Lauren es rizado, herencia de su padre.
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Yo decido cuándo.
Romance«¿Y para cuándo la boda?», «¿Cuándo vas a tener novio?», «Te va a dejar el tren», «Serás la solterona de la familia»... ¿A quién no le han dicho alguna de estas frases? Estas y muchas otras han sido el pan de cada día de Lorena, cuya vida amorosa...