Verano. Capítulos I- XXI.

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Estábamos a mediados de Julio, eran cerca de las cuatro de la tarde y hacía un calor insoportable. Me había duchado diez minutos antes y ya estaba sudando otra vez, la gran ventana de mi cuarto estaba abierta pero pese a eso corría muy poco el aire. Terminé de aplicarme la máscara de pestañas y retiré la toalla de mi cabeza, antes de desecharla me froté el pelo enérgicamente con ella para retirar un poco mas de humedad. Tiré la toalla en el cesto de la ropa sucia y me apresuré a desenredar mi pelo. En un intento de sentirme mas guapa cogí el secador para secarlo y que cogiera un poco de forma. El tiempo había pasado muy rápido y cuando miré el reloj vi que iba a llegar tarde. Me calcé mis cuñas, cogí mi bolso y salí a la calle corriendo, tuve que parar porqué el sol me estaba cegando, busqué las gafas, me las puse y continué mi trayecto hacia la parada de metro donde había quedado.

Cuando llegué pasaban algunos minutos de las cuatro pero mi cita aun no había llegado. Llamarlo mi cita no era lo mas correcto, él era el único chico que me había gustado en serio, el sabía que a mi me gustaba y en mas de una ocasión había jugado con eso, no es que yo hubiera llegado a sufrir, porqué esa no era la palabra correcta pero si me paraba a pensarlo no estaba de lo mas contenta con él. Des de principios de verano nos estábamos viendo de otra manera, habíamos quedado con frecuencia y últimamente nos habíamos enrollado, creo que ambos estábamos seguros que en esa cita iban a pasar algo mas que besos.

Como él no había llegado me senté en uno de los bancos que había delante de la salida del metro, saqué mi móvil y me puse a esperar. A mi lado había un chico que parecía estar sufriendo:

¿Estás bien?- le pregunté preocupada.

¿Qué?

No tienes muy buena cara ¿te encuentras bien?

Si, solo estoy achicharrado. Hace un cuarto de hora que estoy esperando a un amigo, odio a la gente que llega tarde.

Bueno, pues ya somos dos.

Me llamo Alex.- se presentó.

Siena.

¿Cómo la ciudad?

Ajá.- En ese momento salió él del metro. Le sonreí y él a mi.- Bueno parece que he tenido mas suerte que tu. Encantada de conocerte, Alex.

Igualmente.

Si hubiera sabido que mi tarde sería tan nefasta me hubiera quedado en casa delante del ventilador. El muy idiota me dijo que había vuelto con su novia y me lo contó como si yo tuviera que alegrarme por él y yo como soy estúpida puse una sonrisa y le dije que estaba bien. Después de que él se fuera me tumbe en mi cama y estuve mucho rato pensando en lo triste que era mi existencia. Pasó un buen rato en el que yo no hice nada absolutamente, finalmente decidí que no importaba, que estaba destinada a estar siempre sola y a morir rodeada de gatos. Me levanté de la cama y salí a dar un paseo. 

Iba andando por la calle hacía ya un buen rato, parecía una loca vagando sin un destino fijo, encima me estaba asando, des de luego ese día no iba a pasar a ser uno de mis favoritos, decidí entrar a comprar un granizado en una pequeña cafeteria, lo pedí para llevar y seguí andando como una tonta, finalmente decidí llamar a mi amiga para ver si estaba disponible, empecé a buscar mi móvil dentro de mi enorme bolso y no lo encontré por ningún lado ¡mierda no podía haber perdido el móvil! era nuevo, un iPhone ¡Dios mi madre iba a matarme! Decidí volver a casa a ver si lo había dejado allí, tardé la vida en llegar porqué me había pasado media tarde andando como una posesa. Pasé por una plaza cercana a mi casa, estaba llena de bares con terraza y me frustré mas cuando vi a gente emparejada feliz y contenta. Mi mal humor iba en aumento y en casa tampoco estaba mi teléfono. Cogí el fijo para llamarme a mi misma, igual se había escurrido por algún sitio y no lo veía, o puede que él se lo hubiera llevado por error o en caso de pérdida alguna buena persona contestara para decirme que me lo había encontrado y me lo iba a devolver, llamé y en casa no se escuchaba, después de tres tonos alguien contestó:

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