Cap. 24 + Epílogo

159 14 0
                                    

En cuanto Alex salió por la puerta un nuevo ambiente se hizo con el espacio, era una tontería ya que solo un par de horas antes Pol y yo nos habíamos estado enrollando, pero de repente me sentía tímida. No era capaz de mirarle a los ojos. Sin aún mírarle ni decir nada, cogí las ultimas latas de cerveza que nos habíamos bebido, la bolsa vacía de patatas que habíamos devorado y caminé hasta la cocina para tirarlo todo a la basura. Noté la mirada de Pol clavada en mi y tras cerrar la puerta del armario le devolví la mirada y le afronté:

― De repente estoy nerviosa― confesé incómoda― Y no sabía si querías que me quedara... no has dicho nada al respecto.

― Claro que quiero que te quedes― se levantó y vino hacia mi― pero no quiero que te sientas obligada. Y si no he dicho nada es porque supongo que también me he puesto algo nervioso― admitió frotándose la nuca con la mano.

― Es estúpido ¿no?

― ¿El qué?

― Que de repente estemos así, ni que nunca hubiese pasado nada entre nosotros.

― Bueno, siempre que ha pasado algo hemos estado bebidos― razonó.

― Cierto ¿saco más bebida?― bromeé.

― No― sonrió él― prefiero estar en mis plenas facultades.

― Oh bueno, vale― me rodeó la cintura estrechándome entre sus brazos y bajó su cabeza para darme un beso que yo recibí gustosa.

― ¿Sabes? No he podido volver a mirar esta encimera sin ponerme cachondo― dijo subiéndome a ella de nuevo.

― ¡Dios Pol!― exclamé― que bien ocultado tenías lo de ser un pervertido― pero no me disgustaba nada que lo fuera y para demostrárselo rodeé con mis piernas sus caderas.

― Al lado de Alex toda perversión que yo pueda tener queda ocultada.

― En eso llevas razón― ambos nos sonreímos y Pol me miró de tal forma que me desarmó, llevé mis manos hasta su nuca y lo acerqué a mi para besarlo― Se que es pronto, y probablemente te asustes y que solo son palabras, pero deberías saber que te quiero― le dije. Él me apretó más contra su cuerpo.

― ¿Pronto? Yo creo que debería haber dicho que te quiero hace mucho.

Otro beso y Pol me preguntó si quería subir, no hubiera tenido ni que preguntarlo pero supongo que estaba algo inseguro. Yo misma, después de que me ayudara a bajar de la encimera, le llevé escaleras arriba. Subía detrás de mi sin que nuestras manos se soltaran, mi corazón bombeaba deprisa, estaba nerviosa, era estúpida lo sé, pero quería que de verdad todo funcionara entre nosotros. 

No se en que momento fui a preocuparme, el sexo con Pol era la cosa más jodidamente increíble del mundo. Yo no recordaba que hubiese sido tan bueno la otra vez, lo había sido pero nada comparado a lo que había vivido con Dante. Esa noche, pero, descubrí que un Pol sobrio era capaz de muchas, muchas cosas. Me llevó al límite una y otra vez, me corrí tantas veces que perdí la cuenta. Pol era sexy, era dominante a la vez que considerado y ¡joder! era tremendamente generoso. No dormimos nada, estuvimos despiertos toda la noche, Pol me hizo el amor con delicadeza para después follarme de la manera más salvaje. No hubo descanso, al menos no para mi, creí que perdería el conocimiento porque no dejó de ocuparse de mi ni en los momentos que él necesitaba para recuperarse. Orgasmos, muchos orgasmos... no era capaz ni de pensar coherentemente. Pol colapsó contra mi espalda por enésima vez, se quedó un instante aún dentro de mi mientras recuperaba la respiración, su pecho estaba pegado a mi y sus brazos rodeaban mi cintura:

― Dios bendito, Pol― exclamé― o paramos ahora o no voy a poder sentarme en un mes― él se rió contra mi hombro, lo besó y rodó sobre si mismo para no aplastarme.

Verano. Capítulos I- XXI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora