El calor del fuego

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Una muchacha de ojos café y cabello oscuro lo observaba desde el suelo sonriendo con satisfacción. Jon Snow se levantó con torpeza y se quedó mirándola con los ojos muy abiertos, aún sorprendido ante tal revelación. ¿Qué hacía una mujer en el Castillo Negro? Había peleado con una mujer y la había derribado de una forma a la que nunca se debería derribar a una dama.

-¿Te comieron la lengua las ratas?- dijo la chica imitándolo, se levantó con agilidad y se sacudió la capa y el pelo.

-¿Q-qué hace una mujer acá?- le preguntó Jon a el Comandante que se estaba acercando al centro de la multitud, en donde había tenido lugar la lucha.

-Como todos sabrán, según lo que les informé ayer- comenzó a decir el Lord Comandante, dirigiéndose a sus Guardias-, nos encontramos en una situación difícil, por lo que necesitamos toda la ayuda posible para defender el Muro. Cualquier hombre o… bueno, mujer, que esté dispuesto a ayudarnos será bienvenido. Sí, sé que permitir que una mujer forme parte de la Guardia de la Noche va en contra de nuestras reglas y nuestros juramentos, pero Hermanos, se vienen tiempos difíciles, y créanme que cuantos más seamos, mejor.- El Comandante miró a Jon Snow severamente, seguro de que iba a reprochar,  y dándose la vuelta desapareció en la multitud.

Jon aún no daba crédito a lo que sus ojos veían. La chica seguía parada ahí, mirándolo socarronamente mientras la gente se dispersaba para volver a sus actividades. No sabía cómo reaccionar, estaba claro que la morocha sabía pelear y que se merecía el puesto de explorador, pero aquello era un insulto para todo hombre, había vencido a todos y los reclutas ya comenzaban a quejarse hablando entre ellos y mirando a Jon desafiantemente.

-¿Qué vas a hacer?- le susurró Grenn, visiblemente desconcertado. Jon lo miró consternado, tenía que hacer lo que era correcto.

-¡Silencio!- le pidió a los novatos- Voy a proceder a nombrar sus puestos. Cuando diga su nombre se acercarán en silencio y se dirigirán con quien yo les ordene para comenzar con sus actividades- Sam apareció corriendo con el listado de nombres y se paró junto a Jon, sonriendo de oreja a oreja, como era muy habitual en él- Tylor Grasse- Un chico menudo de aproximadamente dieciséis años se acercó temblando hasta Jon- Mayordomo. Irás a las caballerizas cuando termine de nombrar a todos, Edd te guiará- El chico asintió y se hizo a un lado- Eswin Lonet, explorador, te unirás a Grenn cuando termine con el listado.

Un rato después tres cuartas partes de los novatos ya habían sido designados a un puesto en la Guardia de la Noche. Jon Snow había estado esperando con un nudo en el estómago el momento en el que el nombre de la chica apareciera en la lista, ese momento había llegado. Mika Tyrell. Así que era una lady, y ni más ni menos que de la casa Tyrell. ¿Qué hacía ahí? Se moría de curiosidad por averiguarlo.

-Mika Tyrell- la llamó, y se hizo el silencio en el grupo; la chica dio un paso y lo miró con la frente en alto y la espada apoyada en una pierna -Explorador, te unirás a Grenn cuando…- antes de que terminara la frase el grupo entero de novatos comenzó a gritar en una muestra de indignación- ¡Silencio!, ¡silencio!- No le hacían caso, algunos hasta se habían puesto en posiciones de ataque, observando a Mika con los ojos como llamas- ¡SILENCIO!- Sam se sobresaltó y se le cayó la espada, el grupo se calló de inmediato- ¡Acá el que da las órdenes soy yo! Les recuerdo que soy un explorador de alto cargo, y para su desgracia: el hombre que los va a entrenar durante la mitad de este año, y a quien le deben obedecer sin oponer miramientos. Voy a seguir nombrándolos y espero no volver a oír ni una queja más, de lo contrario… Bueno, el otro lado del muro no es un lindo lugar para pasar la noche- Todos y cada uno de los novatos lo miraban con la boca abierta, y las miradas que con anterioridad habían estado cargadas de furia ahora denotaban miedo y respeto. Mika lo observaba con los ojos entornados y una sonrisa casi imperceptible- Como decía, Mika Tyrell, serás un explorador y te unirás a Grenn en un momento- La chica asintió y se separó del grupo.

Media hora después Jon Snow se abría paso entre la nieve, El Maestre lo había mandado a llamar, según le habían dicho había un mensaje para él. Cuando llegó lo estaba esperando con un gran cuervo negro azabache apoyado en un brazo.

-Ah, Jon Snow.

El chico nunca había llegado a entender cómo el Maestre Aemon podía darse cuenta de quién se encontraba en frente suyo, el hombre era ciego y parecía capaz de poder ver más que toda la Guardia de la Noche junta.

-Maestre- saludó Jon, haciendo una reverencia.

-¿Has elegido los puestos para los novatos con sabiduría? Me han informado de que este año una mujer se unirá a la Hermandad.

-Así es.

-Sólo espero que los Hermanos no olviden sus votos, y de que esa criatura sepa cuidarse por sí sola en este territorio de hombres.

Jon Snow no contestó. Por lo que él había comprobado, Mika era capaz de cuidarse muy bien a sí misma.

-Me han dicho que tiene un mensaje para mí.

-Así es, así es- dijo el anciano, desanudó el papel que tenía atado el cuervo en la pata y se lo entregó a Jon con manos temblorosas. El muchacho lo tomó y comenzó a leer-¿Está todo en orden en Winterfell?- Jon Snow se sobresaltó al escuchar la voz del Maestre tan cerca.

-¿Cómo supo que me lo envió mi familia?

El anciano se limitó a sonreír y acariciar al cuervo que ahora le picoteaba el cuello de la capa. Jon se despidió de él, y doblando la carta comenzó a bajar la escalera de la pajarera.

-¡Jon Snow!- lo llamó el Maestre, y el chico se dio la vuelta para mirarlo- No olvides tus votos, el negro se viste toda la vida hasta el fin de tus días.

Jon no entendió a qué se refería el anciano hasta que entró en las cocinas y la vio. Mika estaba sentada en una mesa con un grupo de hombres a su alrededor, la mayoría novatos; se reía de sus bromas y tomaba vino con ellos, el calor del fuego de la chimenea había sonrojado sus pómulos y le brillaban los ojos color café como si se estuvieran prendiendo fuego. Un calor repentino sacudió a Jon en lugares de su cuerpo donde hacía mucho que no sentía calor. El Maestre sabía muy bien lo que una mujer podía provocar en un hombre, y más en uno que había hecho un juramento para mantenerse casto de por vida.

 Apartó la vista de la chica inmediatamente y se dirigió a la mesa donde se sentaban los exploradores. Sam estaba allí. El chico había pasado un año entero siendo escudero hasta lograr que lo aceptaran en los exploradores, había demostrado valerlo, y el Lord Comandante lo había asignado como explorador ayudante de Jon Snow, pero para éste Samwell Tarly era más que su ayudante, era su mejor amigo.

-Por fin llegas, Mika ha resultado ser todo un espectáculo- Paul le palmeó la espalda con afecto y le entregó un jarro de vino.

-Todavía me pregunto dónde dormirá, porque, es decir, ¿no dormirá con nosotros, no?

-No seas tonto Sam, Lord Comandante no dejará que duerma con hombres, sabes de lo que serían capaces de hacer- argumentó Edd, y le dio un gran sorbo a su jarra, dejando un estruendoso eructo a su paso.

-La chica sabe cómo defenderse, no llegarían a ponerle un dedo encima que ya lo perderían, ¿verdad Jon?

Snow no escuchaba lo que Grenn le decía, había desviado la vista hasta la mesa donde se encontraba Mika y ya no podía sacarla de allí. La chica sonreía a todo el que le hablara y movía la cabeza de a ratos para sacarse el pelo del rostro, en un gesto que hipnotizaba a Jon. Mika lo descubrió mirándola y suprimió la sonrisa que segundos antes estaba en su rostro, se le quedó mirando con los ojos oscuros fijos en él. Jon estaba a punto de correr la mirada cuando una mano robusta se apoyó en su hombro.

-Buen trabajo hoy Snow- Era Lord Comandante, él también llevaba una jarra de vino, y parecía que se había unido a los Hermanos en la cena de ese día, en lugar de cenar como era su costumbre en su habitación.

-Gracias señor.

-Al parecer la chica se quedará.

Ambos miraron en dirección a Mika, la cual se había bajado de la mesa y ayudaba a los demás a servir la comida.

-Eso parece- murmuró Jon, siguiendo con su mirada las manos de la chica, preguntándose cuán suaves serían.

-No le quites los ojos de encima, no queremos problemas- Lord Comandante se despidió, y Jon Snow le dio un gran trago a su vino. No, no le quitaría los ojos de encima.

Más allá del muroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora