La noche se avecina, ahora empieza mi guardia

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La mañana amaneció fría y nublada. Ghost trotaba a paso cansino al lado de Jon Snow, mientras éste se dirigía al patio para comenzar con el entrenamiento de los nuevos integrantes de la Guardia de la Noche. Los novatos harían el juramento esa misma tarde, y aquel era el motivo por el cual el patio estaba abarrotado de gente yendo de un lado a otro ocupada con los preparativos para la ceremonia.

Los novatos lo esperaban repantigados en la nieve, junto a Sam y Grenn que lo ayudaban en su tarea de mentor. Jon divisó a Mika desde la distancia, la chica se sentaba en un barril con las piernas cruzadas como una dama y la espada bamboleándose de un lado a otro en su mano.

-Buen día, levántense, comenzaremos con una entrada en calor- ordenó, y los novatos se alinearon en frente suyo- Grenn los pondrá en grupos de a dos y tendrán que enfrentarse poniendo todas sus ganas en ello, si veo un rezagado lo mando directo al Lord Comandante, y créanme que no les gustará nada una charla íntima con él- Grenn se dirigió inmediatamente al grupo y comenzó a dividirlos de a pares- Sam, ayúdalo, sino no terminaremos hasta el verano- Sam dio un respingo y corrió a hacer lo que se le pedía.

Unos minutos después Jon se paseaba por entre las parejas dando instrucciones y llamados de atención. Sam y Grenn lo seguían de cerca haciendo lo mismo.

-Cuida la postura, tu brazo no tiene que tocar tu estómago cuando atacas.

-Ey, tú, no lances una estocada como si estuvieras cortando un árbol, hazlo con más gracia.

-¡Me has pisado! ¡Cuidado por dónde vas!

Los tres daban instrucciones sin parar. Parecía que aquel era el peor grupo de novatos que había pisado alguna vez el Castillo Negro. A excepción de Mika Tyrell. Jon Snow había pasado un par de veces por su lado y había observado cómo la chica vencía una y otra vez a su compañero, el cual había pedido cambiar de pareja varias veces.

-Si no relajas los hombros te vas a agarrar una contractura- le indicó cuando paso por tercera vez a su lado. Mika le dio una mirada rápida y siguió sus instrucciones- Mejor.

Terminaron todos cansados, mojados y muertos de hambre. Jon Snow –debido a las insistencias de Sam y Grenn– los dejó terminar antes así podían descansar antes de la ceremonia que sería en unas horas.

-Nos vemos hermano- dijo Grenn palmeándole la espalda, y desapareció con el grupo de novatos que caminaban charlando alegremente hasta las cocinas.

-¿Crees que nos invitarán al banquete? Ya sabes, porque somos exploradores y eso…

-No lo sé Sam.

-Bueno, nos vemos- Sam le sonrió y corrió como pudo hasta alcanzar al grupo que se alejaba.

Ghost se acercó a su dueño meneando la cola, le lamió la mano que Jon le acercó al hocico y comenzó a dar vueltas al lado suyo mientras el chico recogía las espadas que usaron en el entrenamiento y las llevaba a la armería. Allí se encontró a Mika, al parecer la chica no se había unido al grupo y había decidido quedarse limando su espada.

-Ese lobo es muy listo- dijo sin mirarlo.

-Sí- Jon Snow no sabía cómo responder a ello.

-De donde yo vengo no nos dejaban tener lobos como mascotas.

-Tampoco de donde yo vengo.

Mika levantó la vista y lo escruto con una ceja levantada.

-Claro- dijo, y se levantó para dejar su espada con las demás.

Jon se había acercado a una mesa para pulir el acero, era un trabajo que usualmente le correspondía a los mayordomos, pero no tenía nada más que hacer, y no le atraía la idea de ir a socializar a las cocinas. Mika se puso a su lado y le imitó.

-¿Qué haces?

-Te ayudo.

-No necesito ayuda- dijo Jon con su voz profunda.

-Todos necesitamos ayuda- aseguró la chica, y se le quedó mirando hasta que Snow desvió la vista a la mesa.

La ceremonia de iniciación no fue nada que la Guardia de la Noche no hubiera presenciado antes. El Lord Comandante dio un largo discurso en el que todos se aburrieron y los novatos pasaron uno a uno a hacer sus juramentos. Casi todos juraron ante los Dioses Nuevos, pero un grupo pequeño fue acompañado por Jon Snow y otros exploradores hasta el árbol donde él mismo había jurado un año atrás, para jurar ante los Dioses Viejos. Mika Tyrell iba en ese grupo. Jon no podía entender cómo una Tyrell creía en aquellos dioses, ya que usualmente esa creencia era una tradición de la gente del Norte.

Jon escucho atento mientras ella decía sus palabras.

-Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento... La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposo, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.

Mika Tyrell había jurado con tal convicción y pasión que todos los que observaban se quedaron mudos. La chica permaneció unos segundos con los ojos cerrados y se dio vuelta dándole la espalda al árbol. Jon desvió la mirada, porque la pasión que vio en los ojos de Mika le provocó un retortijón en el corazón que le dio miedo.

Aún no sabía por qué la chica se había unido a la Guardia de la Noche. Había tenido la oportunidad de preguntarle aquella mañana y la había dejado pasar. Pero creía que estaba allí por alguna razón en especial, porque esa pasión… bueno, no la había visto nunca en alguien que jurara mantenerse casto y pobre de por vida solo para servir a los Siete Reinos.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2013 ⏰

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