Sonrío al ver a Alexa, la puerta se cierra detrás de mí y el voluntariado comienza. Desde la muerte de mi madre, una necesidad muy grande por ayudar los suicidas me ha invadido, desde hace casi dos años estoy de voluntaria en este hospital, ayudo a los casos suicidas, voy, los intento animar y los comienzo a visitar mas seguido, a los que me aceptan, ya son casi tres chicos que he sacado de su oscuridad. Mi necesidad por ayudar a otros como mi madre lo hizo conmigo, me hace ver la luz, y darle el aliento que a otros les falta para salir de ese agujero.
--¿Como estamos para hoy Shuster?-- Me entrega el formulario que debo llenar todas las mañanas
--La verdad un poco agotada, esto de tener en la mañana el voluntariado y en la tarde la universidad, me quita tiempo para los exámenes, a veces-- Pongo mi nombre y mi firma y se lo devuelvo a Alexa
--Todo pasará, no te voy a decir que te retires de esto, por que ni tu, ni yo podemos vivir sin esto-- es la verdad, suspiro, esto es prácticamente mi vida --Y especialmente Nicholas-- Y las dos estallamos en carcajadas, Nicholas, Nicholas Dickens, es un enfermero del lugar, a luchado por una cita mía desde que llegue aquí pero no pasa el hecho de que a mi no me gusta el, ni ningún hombre, desde hace casi ya tres años que salí del clóset.
--¿Estas loca? no me pienso ir de aquí primor, a parte, estoy loca por probar los jugosos labios de Dickens-- Me muerdo el labio de abajo exageradamente para luego estallar en carcajadas con mi amiga --¿Con quien empiezo?-- Alexa me apunta a la casilla de los doscientos
--204, Martin Adams, ya tuviste una cita con el, quiere verte de nuevo--
--Será un placer--
Tomo la carpeta que esta en el casillero y avanzo por el largo pasillo del Hospital Richard Stevens, y como todos los días paso a comprarme mi cafe junto a un galletón para comenzar el día, le sonrío a Esteban, el jefe del departamento y continuo mi camino, el ascensor siempre está ocupado y logro correr para que no se cierre antes de llegar a él, una mujer de unos cuarenta me sonríe y me invita a pasar, después de decirle que iba a el segundo piso continuo con mi rutina.
Si bien odio todo tipo de rutinas en un trabajo como este es bueno tenerlas, en este poco tiempo que he estado han habido solo tres crisis, la primera fue cuando llevaba una semana aquí, una paciente, creo que se llamaba Daniela, se intento suicidar con una aguja de las inyecciones, al parecer se las había robado a una enfermera sin que ella se diera cuenta. Luego de esa vino una hace creo que un año, su nombre era Nathan, era un buen chico, sus padres habían muerto en un accidente donde el había sido el único sobreviviente, su culpa lo incitaba a suicidarse, y fue lo que logró por mucho que se lo impedimos. Y por ultimo Chaz, el fue un amigo mío, cuando creí que había salido de los oscuro, incluso había salido del hospital y yo lo iba a ver, falleció su madre, y la poca resistencia que tenia lo hizo volver al hospital, pero esta vez no hablaba, no hacia nada, hasta que un día pudo salir de su habitación y el robó el corta cartón a Alexa, se cortó el cuello, el derrame de sangre en su sala nos demostró que no había esperanza, había muerto.
Salgo del ascensor y llego a la sala 204, abro la puerta y Martin esta sentado en su cama leyendo un libro, veo como sus ojeras casi llegan a sus mejillas, golpeteo la puerta y el me invita a pasar
--Hola-- el me sonríe de vuelta --¿Mejor que la vez anterior?-- nunca he preguntado el típico como estas, se que están mal, por algo están aquí, a parte es una muy mala frase para comenzar.
--Creo que si, las pesadillas siguen, pero no tanto como antes-- le sonrío y me siento a su lado... Comienza un nuevo día en el hospital.
--o--
Salgo del comedor, acaba de terminar el break y todos vuelven a trabajar, camino con Alexa tomada del brazo hasta que llegamos a su escritorio
--¿Quien viene ahora?
--Déjame ver-- ella me sonríe y revisa en su computadora --Paciente 301, al parecer es un poco complicada, su nombre es Matilde Lunna, tiene 19 años, es de Estados Unidos, al parecer su familia tuvo un gran problema, ha sido tratada por tres voluntarias, es atea, creo que eso es todo...-- le sonrío y camino junto al estante para sacar la carpeta 301 y caminar nuevamente por el pasillo.
Extrañamente el ascensor esta desocupado así que lo tomo y me dirijo a tercer piso, la primera habitación es la de la chica, entro y veo a una chica, un poco mas baja que yo, su cabello es de un castaño muy oscuro, casi negro, pero sigue identificándose como castaño, su tez es blanca, casi vampirezca y ocupa unas calzas junto con un polerón como tres tallas mas grandes que ella, golpeo la puerta y me dispongo a entrar con mi mejor sonrisa hasta que me mira, sus ojos verdes esmeraldas, prácticamente transparentes, sentí que conocía todas mis debilidades, apresuré el paso y me senté a los pies de su cama, sus labios se pusieron serios y le extendí mi mano.
--Soy Amanda Shuster-- pero ella no extendió su mano, solo la observo y volvió a mirar mis ojos, su mirada me daba mucho en que pensar, se veía indefensa pero a la vez muy fuerte, era como una chica con muchas inseguridades pero muy respetada, se notaba que nadie la pasaba a llevar, o eso yo creí, y ni siquiera eso, sus ojos no me dejaron concentrarme, solo retire mi mano e intente tener una conversación con esta misteriosa chica.
-Marö
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Caso 301.
Teen Fiction-¿Quien es la siguiente Alexa? -Es la señorita Lunna, 19 años, atea, un caso difícil- suspiró -a estado a cargo de tres voluntarias, y nada, su expediente es el 301- ------------------- Historia con contenido homosexual, cualquier comentario ofensiv...