Treinta y uno de Diciembre del 2000
Camino por una estrecha callejuela de Las Vegas pensando en lo revuelto que parece el cielo y escuchando como suena Music de Madonna. Después de 5 años escuchando esta misma canción, no importa en que parte del mundo esté, hace que quiera arrancarme los oídos. Parece como si todos los casinos de la ciudad decidiesen hacerme una irónica despedida haciendo sonar esa canción. Como odio Nevada.
Alzo mi cabeza al cielo y las luces de neón distorsionan mi vista.Todo es confuso e irreal, como estelas de luces, coches y personas. Todo es de papel cartón y por un momento siento alivio de que ya sea fin de año. Son las doce menos cuarto. En un cuarto de hora seré una nueva persona y mi familia ya no se preocuparán de que no esté cenando en casa, ni mis amigos se preocuparán por mi abandono. Simplemente dejaré de existir en su pasado, presente y futuro. Respiro con dificultad el espeso aire contaminado de la gran ciudad. Mis pulmones se resienten, y a pesar de estar en puro invierno, siento un calor agobiante que hace que mi nunca esté empapada de sudor.Tomo desesperadas bocanadas, como un pez en tierra, buscando un ápice de pureza, de libertad, pero no logro encontrarlo. Siento que me ahogo y mi cuerpo es cada vez más ligero, como si se fundiera con el ambiente.
De improvisto, alguien presiona mi antebrazo y me escupe palabras incomprensibles al oído. No escucho, no quiero hacerlo. Miro con anelo la carretera, y el tramo de asfalto que me separa de ser o dejar de ser, abandonar este mundo encubierto bajo un falso manto de felicidad. No existe ese privilegio para mi, el ser feliz o tener recuerdos. Solo debo vivir, y vivir, y seguir viviendo. Pero aquella desconocida sigue insistiendo, intentando por todos los medios quitarme de mi ensoñación. Estoy casi seguro de que es una de esas prostitutas que abundan por estos barrios, esperando el momento perfecto para robarte todo lo que tienes cuando menos te lo esperas.
Es cuando mis ojos comienzan a enfocar, distingo a alguien conocido. Unos ojos castaños tan comunes como otros cualquiera, que destacan sobre una piel pálida y llena de pecas que se dispersan sin ningún control, me miran enmarcados con una expresión de preocupación. El viento revuelve su pelo caoba, dándole un aspecto aun más rebelde y ondulado. Nadie se fijaría en ella de primeras, pero la reconozco perfectamente. Helena aprieta sus labios y continua tirando de mi chaqueta con determinación. Mis nervios comienzan a crisparse. Solo tengo diez minutos para suicidarme antes de que mi corazón se pare y Deus gane el juego.
Retiro su mano de un golpe seco y la agarro por los hombros. Es de baja estura, pero su complexión es bastante ancha. Helena me mira con una mezcla de miedo y asombro. Ya nada importa, no volveré a verla nunca más.
-¿Te importaría dejarme en paz?.- Mi voz me suena muy extraña, ronca y sin vida.
Suelto un suspiro cansado y la suelto. Parece un pájaro abatido por un tiro. Mantiene sus brazos pegados a su tronco y la mirada baja y evasiva. Me giro y vuelvo a concentrarme en mi objetivo. Son las once y cincuenta y cinco, ya es hora de partir. Camino con paso seguro hacía un nuevo año y una nueva vida.
-Feliz año nuevo Caleb...
No se por qué, pero me giro. Su voz, su modo de decirlo, como una broma de mal gusto, hace que mi sangre se caliente. Me contengo para no gritarle, porque al fin y al cabo, ella no tiene la culpa de nada. Simplemente me ha encontrado en el lugar y momento equivocado. Debería ser yo quien me disculpase por el espectáculo macabro que está a punto de contemplar.
-Vuelve a casa Helena, no quiero...
El sonido de sus leves sollozos me silencian. Lágrimas caen a borbotones por sus mejillas, dejando a su paso una estela negra de rimel. Doy un paso hacia atrás, ¿Porque tengo que herir siempre a los demás? Ahí está una de las personas más buenas y agradables que he conocido nunca con el rostro hundido en las palmas de sus manos, intentando ocultar su llanto. Me he convertido en un auténtico monstruo.
-Yo...-una voz casi irreconocible sale de entre sus labios- Te he estado buscando. Hoy era mi fiesta de despedida y no has venido, por eso me preocupé y pensé en ir a buscarte...-Como si intentase sacar todo la fuerza que tenía en su interior, me mira a los ojos y su tono de voz se vuelve más firme.-Quería verte. Llevo horas buscándote y ya no me queda mucho más tiempo. Mi avión sale en dos horas.
No puedo creer que haya hecho eso por mí. Recorrer toda la cuidad sin idea alguna de mi paradero, y estando a dos horas de tener que coger una avión, era una auténtica locura. Esta es demasiada información de golpe. Le devuelvo la mirada, esta vez libre de frustración y rabia, simplemente con confusión.
-Perdóname Helena pero no lo entiendo.-Haber faltado a su despedida después de un año siendo amigos era algo cruel, pero había tenido mis motivos para hacerlo. No puedo permitirme entablar más lazos afectivos, sobretodo cuando estoy a punto de abandonar esta realidad.-¿Qué motivos podrías tener para venir hasta aquí con todo lo que estás arriesgando?
Para mi sorpresa, es su rostro se dibuja una triste sonrisa, como si mi ignorancia fuese el principal motivo de largas noches en vela.Lentamente, se acerca hasta que puedo medir perfectamente nuestra diferencia de altura. Es muy menuda, o puede que yo sea demasiado grande, pero ya no me transmite la timidez e inseguridad propias de ella, si no todo lo contrario. Tengo la sensación de que en estos momentos podría aplastarme como un gigante a una hormiga.
-Tú nunca lo entiendes Caleb, pero supongo que forma parte de tu encanto.-¿Desde cuando me conoce tanto como para analizarme de esta forma? Nunca pensé que se hubiese fijado así en mí.-Pero ahora que me voy, no tengo nada que perder.-Con una mano en mi pecho y nuestras miradas conectadas por alguna extraña fuerza, se pone de puntillas y me susurra: Te quiero.
No, esto no puede estar pasando. Todo está mal, he cometido un error garrafal. La única norma es no ganarse en cariño de nadie, porque si no, esa persona será la única consciente de mi muerte y sufrirá. No puedo permitir que nadie más sufra.Los labios de Helena se acercan y se que va a ocurrir, se que va a besarme.Por eso, y porque ella no se merece esto, la empujo y doy varias zancadas hacia atrás.
-¡Aléjate de mi!
No soy consciente de que estoy en medio de la carretera hasta que veo las luces de la ciudad sobre mi. Helena me mira desconsolada desde la acera, y yo mientras tanto, la miro deseando no haberla conocido nunca. Deseando que nunca me hubiese conocido a mi.
Y entonces ocurre. Las luces delanteras de un camión me ciegan, dándome la despedida y la bienvenida a una nueva vida.Cierro los ojos y espero mi muerte con los brazos abiertos en cruz, preparado para abrazarla una vez más. Todo es blanco y puro, por primera vez en mucho tiempo sonrío, contemplando la nueva derrota de Deus. Él nunca ha poseído mi vida, y nunca lo hará.
Pero algo me saca de la trayectoria del artefacto y una bocina rompe el silencio con un sonido escalofriante y ensordecedor. Me encuentro tirado boca arriba en el asfalto, sin apenas respiración, intentando reaccionar a lo que acaba de ocurrir ¿Por qué no estoy muerto? Giro sobre mi mismo y el dolor inunda mi cuerpo, pero eso es lo de menos. La escena que se desarrolla frente a mis ojos hace que dolor sea mil veces más insoportable. El cuerpo ensangrentado de Helena me regala una mirada fría y sin vida a pocos metros de mi. Todo el tráfico se ha detenido y los sonidos vuelven a hacer eco en mi cabeza. Sirenas, gritos y llantos mezclados dentro de mi cabeza. Yo solo puedo observar su cuerpo sin vida, que es lo único que se mantiene en silencio. Me encuentro con que yo también estoy gritando y llorando. La historia se repite de nuevo, y por mi culpa.
A duras penas me arrastro hasta ella y le cojo la mano. Le pido perdón, perdón por no haberla intentado conocer mejor, por no haber escuchado sus problemas, por no haber salido con ella, por no haberla besado todos los días y por no haberla querido tanto como se merecía. Le pido perdón tantas veces, que sin darme cuenta, mis ojos se cierran irremediablemente a la vez que se para mi corazón, dejando que la oscuridad me trague mientras escucho las carcajadas de Deus como truenos en la noche.
ESTÁS LEYENDO
Cotidie morimur
Science Fiction"Cada día morimos, cada día cambiamos, y sin embargo nos creemos eternos." Ya estaba acostumbrado. Acostumbrado a perderlo todo y empezar de nuevo, ya que solo eran recuerdos que dejaría algún día atrás. Me había auto-convencido de que no podía afe...