• CAPÍTULO 1 •
Nueva ciudad, nuevas caras, nueva casa, y sobre todo, nueva vida.
Tom, Tom Wyclif era un chico de unos diecisiete años. Alto y atlético, con un contorneado cuerpo, aunque sin llegar a ser corpulento.
Acababa de llegar a una nueva ciudad. Hace pocos días, vivía con su familia (que consta de cuatro inquilinos) en un alejado pueblo a varios kilómetros de su actual destino.
La verdad es que no importaba demasiado mudarse, pues, él se consideraba una persona bastante sociable, con una inmensa facilidad para hacer amigos, y, simplemente él veía esto como una oportunidad de vivir alguna que otra aventura, ya que odiaba que su vida cayera en la triste monotonía, le gustaba sentir la adrenalina en su sangre, le gustaba sentirse vivo.
• • • •
Tras un largo viaje a coche, por fin llegaron a la deseada casa. Era enorme, o al menos desde el punto de vista de Tom. ¿Por qué toda la gente aquí desprendía un aire de arrogancia? Como si tener una casa enorme fuera lo más normal, quizás simplemente era la falta de lujos causada por la vida en el campo. Tom amaba la naturaleza, por lo que acostumbrarse a la vida urbana le iba a resultar complicado.
Bajaron del coche. Toda la familia estaba ansiosa por comprobar como era esa casa por dentro. La hermana menor de Tom, Allyson, de unos ocho años, fue la primera en bajarse del coche. Corrió entusiasmada hacia la puerta, olvidándose por completo de que ella también debía de cargar con sus cosas.
Pronto, el padre de aquella familia introdujo la llave en la polvorienta cerradura, mientras la torpe respiración de todos se detenía.
La puerta se abrió. Las cabezas se asomaron por la puerta, intentando observar el interior. La mueca de desagrado inundó sus caras. Era una casa realmente grande y espaciosa, pero también bastante sucia. Los muebles estaban protegidos por sábanas blancas. El papel decorativo de las paredes estaba totalmente desgarrado, como si una manada de animales... o peor, como si una gran fiesta de universitarios se hubiera realizado en aquella casa.
- Bueno.. con un poco de esfuerzo podremos conseguir una apacible casa - Dijo la madre con un tono inseguro en sus palabras, intentando encontrar un poco de fe en aquellos escombros.
Como de costumbre, la primera en entrar fue la pequeña Allyson, que parecía ser la única que conseguía ver algo positivo de todo aquello.
- ¡Mira! ¡Mira! ¡Esto es enorme! ¡Seguro que aquí podré jugar todo lo que quiera! - Decía entre risas, correteando de un lado para otro.
Tom entró el siguiente, y subió a su pobre habitación, la cual simplemente tenía una cama y un pequeño y desconchado armario para poder guardar lo más mínimo de ropa.
Dejo su maleta en el suelo y salió de su habitación para continuar explorando, se sentía como un niño pequeño ahí.
Mientras paseaba por los extensos pasillos, algo le llamó la atención. Una escalera plegable se alzaba hasta una guardilla en el techo, al final del pasillo. No lo pensó dos veces cuando ya estaba subiendo aquella escalera.
Nada más entrar, encendió el flash de su móvil, hasta que pudo encontrar el interruptor de la luz, dejando ver una amplia sala con muchísimas cajas y fotos. Pero lo que mas le llamó la atención fue una caja tapada con una sabana blanca que se encontraba en medio de la habitación.
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[Gay] El bien o... ¿el mal?
RomanceTom se muda a una nueva ciudad, una nueva vida que le deparará siniestras alegrías. Una temeraria decisión le complicará sus asuntos... ¿Es cierto eso de es mejor estar solo que mal acompañado?