Todo pasó un día en que me encontraba en clase de Arte. Allí estaba yo... Nos pidieron dibujar algo que nos gustara, yo pinté comida, lo cual se me hizo muy gracioso.
En frente de mi se encontraba un chico pintando algo muy bello pero abstracto para mis ojos... parecía la figura de una chica, muy parecida a mi, debo decir, pero no estaba completamente segura, así que me acerqué con el chico para preguntarle su nombre y que era lo que plasmaba en el, anteriormente, lienzo blanco.-¡Hola!, soy Alex... me preguntaba ¿qué estás pintando?-me surgió una risilla amistosa con un tono leve de pregunta.
-Ahm, ¡Hola! sólo a una chica bastante atractiva para mis ojos-sonrió ampliamente y con su voz tan tenue pudé desifrar que algo bueno saldría de aquí.
-Me preguntaba si esa chica sería yo- y con fin de buscar más conversación mencioné- Por cierto, no me has dicho tu nombre.
-Soy Mason- sonrió aún más- y sí, sí eres tú.
Era un chico bastante atractivo debo decir, con una piel clara, cara fina, cabello castaño y un aire no tan peculiar a los otros chicos mortales con los que he salido. Eso me recordó mis experiencias pasadas y el que había pensado ya no tener más novios mortales debido a su condición y el que pudieran descubrir mi secreto, que soy una hechicera.
Después de mi corta pero intima reflexión pude oír muy cerca de mi la campana que indica el cambio de hora en la escuela, eso me sacó de mis pensamientos e intenté despedirme de Mason.-Bueno Mason, ha sido una agradable conversación pero debo ir a clase- sonreí como hace mucho no hacía.
-No hay problema, espero verte después.
-Sí, de hecho, deberíamos salir algún día.
-Me parece bien, ¿El Jueves puedes?
Y desde entonces 2 días se me hicieron eternos...