Cap.1

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Mi nombre...me llamo Victoria. No soy nadie especial, soy una mujer bastante simple que se ha dejado absorber por la rutina, como el 99% de la población humana. Si me vieras creerías que soy un ratón de biblioteca, no solo por mi inteligencia, sino por los harapos que llevo y lo desordenada que vivo. Pero vamos, no es como que yo pueda con un sueldo básico aspirar a mucho, vale he dicho que soy inteligente, pero no millonaria. Soy escritora, y trabajo a la vez en una librería en medio de la ciudad. Crecí criada sólo por mi abuela Henrrieta, mis padres simplemente no quisieron hacerse cargo de mi, y me dejaron en la puerta de Henrrieta cuando tenia dos meses de nacida. Así que ella es mi padre, mi madre y bueno le digo abuela. Es mi única familia, e Ian mi mejor amigo desde hace unos cinco años que nos conocimos en la universidad. Estudie para lo que hago ahora, solo que esperaba ser una escritora famosa y reconocida, en mi mente eso seria fácil, ¿En mi realidad? Hubiera preferido estudiar otra cosa, pero mi amor por los libros me cegó.

Tengo un piso pequeño a unas cuadras de donde trabajo, y bueno no sé que mas contar, soy una chica mas. Creo que ya he divagado bastante.

- ¡Victoria!-doy un respingo, aplano mi falda de campana, y me dispongo a organizar unos libros por orden alfabético. En eso aparece mi jefe, Michael, es joven y bastante guapo, tiene unos 28 años, cuatro años mas que yo. Y es casado, con una mujer preciosa, Betanny.

Flashback

Tres años atrás

-Victoria, prepare este lugar para el taller de lectura que se hará el viernes con J.K Rowling. Estaré en mi estudio, más tarde paso a ayudarle.

-Como diga señor-fue sino decirlo para que yo emocionada empezara a ordenar todo. De hecho no me importaría hacerlo sola, soy muy fanática de Harry Potter y muero por conocerla. Tomo una pila de sillas y las filo, soy nueva así que quiero hacerlo todo con el mejor de los ánimos, para que el señor Michael este contento con mi trabajo. Este empleo me esta ayudando a pagarme un piso, y poder dejar la casa de Henrrieta, la adoro, pero necesito mi espacio.

Unos veinte minutos después llega Michael.

-Dejeme ayudarla con eso-toma una silla de mis manos y la coloca la fila.

-Gracias-me sonrojo. Michael es un dios griego moderno, me pone nerviosa tenerlo cerca, porque se me sale lo torpe.

-¿Porque se sonroja con tanta frecuencia?-pregunta serio,es bastante poker face, es algo incomodo la mayoría del tiempo, es seco en su trato. Ni siquiera me tutea.

-Soy algo tímida.

-No debería conmigo porq...-deja las palabras a medias, cuando suena la campanilla indicando que ha llegado un nuevo cliente, me dispongo a ir, cuando me sujeta el brazo con delicadeza.

-No se preocupe, yo voy. Siga con esto ¿Está bien?

-Está bien.

Se va, y yo como buena cotilla que soy, le sigo sin que se entere. Me escondo tras uno de los estantes más cercanos a la puerta, pero el campo de visión es tan limitado que solo puedo ver a Michael.

-Buenos días, en que puedo...ayu...ayudarle-¿Está tartamudeando?¿Porque?

-Hola-suena una dulce voz de fondo, es una chica. La curiosidad me puede, por ende me muevo hasta ver lo que al parecer dejo a Michael anonadado. Y ahora entiendo porque él se congelo en cuanto la vio. Es una chica preciosa, ojos de un azul encendido, cabello rubio que con el sol parece de oro, y unos labios rojos que resaltan. No puedo evitar sentir un poco de celos.

-Soy Betanny-le tiende la mano para que éste la bese, Michael no repara en hacerlo, toma su mano y en ésta planta un beso. Se me revuelve el estomago.

El Arte De Ser MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora