La parca cumple años.

Ese día, aprovechó los minutos que les daban en la hora del almuerzo, para poder rellenar los formularios que su jefe le había pedido, listas con nombres de fallecidos y próximos a hacerlo, un trabajo complicado, sin embargo, para William T. Spears, el ámbito laboral era todo un reto.

Aquella mañana había olvidado por completo su cumpleaños, no es que le importara al fin y al cabo, era una fecha dónde salían todo tipo de personas a tener contacto físico con su persona, tocándole con las manos embarradas de suciedad y brindándole sonrisas repletas de hipocresía. Desde su adolescencia comprendió, que no podía darles el beneficio de celebrar su cumpleaños. Era más vejez y poco tiempo para labores importantes.

Sin embargo, Grell Sutcliff, quién descubrió la fecha de cumpleaños del moreno husmeando en las oficinas de registro, dio por hecho que debía hacerle una fiesta sorpresa. No eran amigos, menos que simples conocidos en una labor estudiantil, sin embargo, desde aquel día en el techo comprendió que: William era su compañero de eternidad y por ello, intentó acercarse a él de alguna manera. ¿Qué mejor forma que celebrar su conmemoración al nacimiento? Por ello, reunió a todos los alumnos y compañeros de trabajo y les ofreció hacerle una fiesta sorpresa, a lo que todos respondieron con el ceño fruncido.

-¿Ese gruñón adicto al trabajo merece una fiesta? -Comentó uno y pronto, las siguientes quejas aparecieron de otras voces.

-Puede ser muy irritante, pero merece celebrar su cumpleaños -Objetó Grell, hastiado del comportamiento de los otros, su único deseo era en aquel momento, arrancarles la garganta y hacer la decoración para la fiesta con sus intestinos. El Pelirrojo sonrió ante su perverso pensamiento.

-Ni siquiera es tu amigo, Sutcliff -Habló otro fastidiado -Él no ha hecho nada por nosotros, es un mísero lamebotas del Gerente.

-No hables así de William, es un adicto al trabajo, algo amargado, pero, podemos hacerle una fiesta, sólo por ser nuestro compañero -Propuso una vez más, fingiendo amabilidad y comprensión a los demás, sin embargo, quería asesinarlos por rehusarse a su idea lejos de ser egocéntrica.

-Lo pensaremos -Dijo otro, siendo el vocero de los demás -Si será una fiesta, hay que sorprenderlo en la noche -Anunció, brindándole esperanzas al Pelirrojo.

-Está bien -Observó como todo el grupo de Shinigamis iniciados comenzaba a abandonar la habitación, dejando a un Pelirrojo totalmente solo y pensativo, de alguna forma no egoísta, esperaba que el moreno pudiera sonreír y ser amable un día al año.

Al llegar la noche, todos abandonaron en el edificio, borrando una promesa que había delineado una sonrisa en el Pelirrojo en la tarde, sin embargo, eso no le detuvo. Cuándo toda la sede quedó a oscuras, sólo un resplandor quedó alumbrando una pequeña sección del lugar, ese era Grell Sutcliff, quién sostenía un postre iluminado con una simple vela, a espera del moreno y con una ilusión nunca antes vista, él estaba siendo agradable con alguien que no fuera su persona.

El moreno recogió sus papeles, apagó la lámpara y salió del cubículo que tenía por oficina y observó el pasillo a oscuras, no había nadie, todos habían abandonado el lugar y sólo quedaba él habitando el edificio, se había tomado la molestia de trabajar hasta más tarde, para reducir las horas laborales al día siguiente.

Sin embargo, al doblar la esquina, se encontró con que no era el único en el lugar, había alguien más y al parecer, estaba a su espera. No realizó ningún movimiento y sólo frenó en seco, esperando a que le cedieran el camino libre al ascensor, más la figura iluminada que se posaba frente a sus ojos, pretendía no retirarse hasta cumplir con sus expectativas.

-¿Grell Sutcliff? -Las sombras jugaban con sus ojos y percepción, había alguien al frente suyo, sin embargo, el contraste que ejercía la vela, le impedía a simple vista adivinar el color del cabello de su acompañante.