Yo pensaba que el volleyball era un deporte de chicas pero todo cambió cuando vi jugar al Pequeño Gigante. Empezó a gustarme el volleyball y empecé a jugarlo. Creé mi propio equipo en la secundaria e intentamos competir en los preliminares de la Inter - High pero fuimos eliminados en el primer partido contra "El rey de la pista".
Ahora estoy en la Preparatoria Karasuno. El equipo en el que jugó el Pequeño Gigante.
-¡HINATA!
No me dio mucho tiempo para poder reaccionar. Recibí el balón que había lanzado el rematador del Nekoma con la cara. Caí al suelo medio atontado. Todo mi equipo y el del Nekoma se acercaron para ver que estaba bien. Decidieron detener el partido ya que era el tercer partido de práctica que jugábamos esa tarde.
Me llevaron a la enfermería donde el rematador del Nekoma se disculpó durante un buen rato por haberme golpeado. Kageyama le gritó cabreado y cansado de oírle disculparse.
Cuando se cercionaron de que estaba bien, pudimos volver a casa. Antes de irnos, fui a despedirme del armador del Nekoma, Kenma, mi mejor amigo.
-¡Kenma!
-Shoyo, ¿Estás bien?
-Si, no te preocupes. Suelo recibir siempre golpes como ese.
Kenma se me quedó mirando. No, miraba detrás de mí. Fui a girarme pero me detuvo colocando sus manos en mis hombros. Me puse rojo como un tomate cuando Kenma se acercó a mi oído para susurrarme algo.
-Ya me agradecerás esto cuando puedas.
Me dio un beso en la mejilla y empezó a caminar dándome la espalda.
-Nos veremos en la Inter - High, Shoyo.
-Adios Kenma.
Me llevé la mano a la mejilla. ¿Qué acababa de suceder? ¿Qué significaba eso de que "ya me lo agradecerás esto cuando puedas? No me gustaba mucho esto. Me dirigí a donde estaba el resto del equipo. Los ánimos estaban muy animados, a excepción de Kageyama. Se le veía enfadado y me miraba como con odio. Subimos a nuestro autocar y me senté al lado de Kageyama. Tenía la cabeza apoyada en la ventana con los ojos cerrados. Me daban ganas de acariciarle el pelo pero siempre me contenía. Recibí unos golpecitos en el hombro y me giré para ver quien había sido.
-Nishinoya-Senpai, ¿qué sucede?
-Esta noche vente a mi casa. Asahi-San viene a dormir y así nos lo pasaremos bien. ¿Qué me dices?
-Me parece genial.
De repente sentí unos ojos clavados en mi espalda. Me giré lentamente y vi que Kageyama estaba rojo de ira.
-Yo también voy.
-Perfecto. Cuántos más seamos mucho mejor.
CONTINUARÁ