Última parte

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Desperté algo adormilada, tenía un respirador, sentía mis labios y barbilla mojados por el vapor del oxígeno. Me habían entubado vaya a saber por cuántas horas y me sentía más débil de lo común.
Aunque aún no podía ver, ya que tenía una venda en los ojos, sentía que todo me daba vueltas, la sensación era parecida a cuando te giran rápidamente en una silla giratoria. Parecía que iba a vomitar, o tal vez eran los nervios.
Mi cuerpo se estabilizó y pude notar que me hallaba en una camilla. Sentí la mano derecha caliente, casi hirviendo. Era la mano de la tía Jaimie que apretaba la mía más fuerte que nunca, nuestras manos parecían fusionarse.
Jaimie llevó mi mano a su pecho. Temblaba. Sentía su respiración acelerada tan próxima que parecía respirarme al oído. Como podrán notar, gracias a la ausencia de un sentido, los otros cuatro se han agudizado, es decir, se han desarrollado más.
—Dios, oh, mi Dios— exclamó la tía.
Me sentía tan inconsciente que aún no podía entender porque se hallaba tan alterada, y fue ahí cuando reaccioné y me di cuenta de la situación en la que me encontraba.
Aquel era el momento de la verdad. Se definiría mi futuro. ¿Un futuro con futuro? ¿O un futuro sin futuro? ¿Una vida nueva y llena de aventuras? ¿O una "vida" ciega, estancada e interminable?
Cada músculo de mi cuerpo se tensó, se me heló la sangre. Me quedé inmóvil, aguantando la respiración. En tan sólo unos segundos me enfrentaría cara a cara con el destino.
Mi corazón latía a mil por hora, aunque mi cuerpo no respondiera.
Y si bien el calmante me tenía inmóvil y atontada, sentía intensas ganas de sinchar la venda que cubría mis ojos y enfrentarme a lo que podría ser el mejor momento de mi vida.
Tenía un nudo en el estómago, un nudo enorme. Sentía como la mano de la tía temblaba como un flan.
Mi corazón parecía que iba a explotar. Quería reaccionar pero no podía, el cuerpo no me respondía, estaba petrificada. Nunca había sentido tanto miedo.
Tomé coraje e intenté mover los labios.
—¿Qué... qué pass...? ¿Qué pasó?— balbuceé tratando de mover la cabeza de un lado a otro.
Noté como la tía Jaimie se sobresaltó e incorporándose de un salto gritó:
—¡Ya despertó! ¡Enfermera, llame al doctor!
Había clavado sus uñas en mi mano, se hallaba más tensa e impaciente que yo.
—¡Lauren, cariño! No te preocupes, todo saldrá bien
Oí unos pasos aproximarse con prisa.
—A un lado— era la voz del doctor acercándose.
Sentí como levantaba con sus grandes manos mi cabeza, luego, retiró mi cabello a un lado y comenzó a desatar la venda con cuidado.
El tiempo parecía detenerse.
El momento estaba llegando, aquel momento tan esperado. Era hora de dejar atrás todo lo vivido. Adiós aquellos días tétricos y vacíos. Era hora de renacer, lo sabía. Lo sentía en el aire.
Además de un cuerpo sin alma, la esperanza fue lo único que sobrevivió en los días más oscuros. Sin ésta no sé qué sería de mí, como dije, no hay "vida" sin una esperanza a la que aferrarse. Todos vivimos por algo.
Yo he vivido los últimos siete años soñando con éste momento. Quería que nunca acabe, no quería enfrentarme a lo peor, tan solo quería quedar con aquella venda en suspenso, para siempre.
Pero fue imposible.
La venda se iba desprendiendo de mi rostro. La verdad no tardaría en desenmascararse. Tarde o temprano, sucedería.
Los gajos oscuros caían lentamente, todo daba paso a la vida. La oscuridad se iba derrumbando, la luz iba venciendo.
Un destello, un magnífico destello. Era distinto a como lo había imaginado, era fascinante.
Ya casi. Una vuelta, dos, tres...
Abrí los ojos.
Y ahí estaba, la sonrisa más maravillosa del mundo.

Sentí como el alma me volvió al cuerpo.

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Bueno, este fue el final. Espero que les haya gustado!!
No se olviden de votar y déjenme saber su opinión en los comentarios :3
Eso fue todo!

Se despide
~Manu 💗

Cuento CIEGO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora