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La única luz que hay en la estancia proviene de la tele encendida. Las dos chicas observan la pantalla; una, tumbada, apoya la cabeza en el regazo de la otra, sentada en aquel mullido sofá.
En medio de una escena cualquiera, la primera desliza su mano por la pierna de su compañera; esta se tensa, pero permanece quieta mirando las imágenes. Al ver que no obtiene la respuesta deseada, la chica se incorpora y, sentada muy cerca de ella, vuelve a acariciar su pierna, subiendo lentamente por ella.
Acercándose peligrosamente a su final, otra mano la detiene.
"Tus padres pueden volver en cualquier momento", le recuerda.
Pero pasados unos segundos, olvidando la advertencia de su compañera, los dedos vuelan de nuevo al mismo lugar. Esta vez nada los detiene; la mano se escurre entre ambas piernas.
En medio del discurso de la protagonista se oye un jadeo que nada tiene que ver con la secuencia.
"Para..", susurra; pero no parece muy convencida de su propia orden.
La otra decide ignorarla y se niega a apartar la mano de su actual posición. Desobediente, roza el pliege del pantalón con la punta de los dedos. Vuelve a coger su mano, y esta vez la posa en el cojín. Trata de controlar la situación porque sabe que, si no lo hace ahora, luego no querrá. Cierra los ojos intentando normalizar su respiración, pero entonces nota unos labios sobre su hombro; su compañera ha vuelto a la carga. Sus exigentes labios van directos a su hombro y empiezan a ascender por su cuello.
"No sigas, no..", pero la chica no la escucha, y mientras continúa con los besos, su mano se introduce por debajo de la fina camiseta.
Demasiado.
Abandonando el poco autocontrol que le queda, la otra la toma por la cintura subiéndola a su regazo. Triunfante, la chica sonríe y fija su mirada en la de su pareja. No aguanta más, tiene que besarla.
Y lo hace. Junta sus labios, deleitándose con su sabor, mientras sus dedos acarician su espalda.
Las manos de la segunda chica descienden por su cintura entreteniéndose en sus curvas. Anhelando un contacto más íntimo, retoman la vuelta arrastrando consigo la camiseta.
Los labios se dan un descanso el tiempo justo para que la joven se deshaga de la molesta prenda, pero en seguida regresan deseosos de más. Sus lenguas juegan a entrelazarse a la par que sus cuerpos en el pequeño sofá.
La ropa va desapareciendo al mismo tiempo que la vergüenza, y sus besos se vuelven más rápidos y apasionados. Las manos no cesan en su labor de recorrer cada centímetro de piel. Pronto la ropa interior apenas alcanza a cubrir una ínfima parte de sus sudorosos cuerpos.
Se oye un ruido de llaves. La realidad las golpea y, tan rápido como son capaces, recogen su ropa y corren a esconderse al baño.
Tras la puerta oyen a la madre llamar a su hija. Al no obtener respuesta y encontrar la televisión encendida, se convence de que las chicas habrán salido a dar una vuelta y que el ruido provenía únicamente de dicho aparato.
La mujer se pone cómoda en el sofá y cambia de canal. Al mismo tiempo, las dos chicas se encuentran recuperando el aliento. Han estado a punto de pillarlas, y ahora les es imposible salir del baño sin ser descubiertas.
Pero se miran y la electricidad vuelve a recorrer sus venas. Se necesitan; se desean, y el riesgo del momento no hace más que aumentar su excitación.
No median palabra alguna; tampoco hace falta.
Poniendo a su novia contra la pared, empieza a besarla mientras desabrocha el sujetador. Entonces lo deja caer, y sus besos comienzan a descender por el pálido cuello, llegando a sus pechos. Los pezones se vuelven duros al tacto; la lengua juega con uno de ellos mientras una mano acaricia el otro.
Sin poder aguantarse, baja los dedos hasta su sexo y se da placer.
Pequeños gemidos escapan de sus labios, que son rápidamente acallados a besos.
Aprovechando el momento, la otra da un giro a la situación. Ahora se encuentra contra la pared mientras su compañera va dejando un rastro de besos por su vientre.
Sus dedos se introducen por la tira de su ropa interior, y tiran para deshacerse de ella.
Un jadeo de anticipación se escapa de la boca de la joven justo antes de que los dedos lleguen a su destino. Apenas rozan el clítoris, la chica se estremece. No necesita mucho más; un dedo se introduce en ella, y al comprobar la humedad otro le sigue. Se mueven dentro, fuera, en círculos..
Y otro más. Tres dedos se mueven dentro de ella, mientras la otra mano, y más tarde la lengua, continúa estimulando su clítoris.
Cuando su excitación aumenta, la otra sube de nuevo a los labios y coloca una pierna entre las de su pareja. Se besan mientras sus cuerpos se mueven buscando el placer de ambas, y van aumentando la velocidad, soltando gemidos entre beso y beso, incapaces de controlarse, más rápido, más cerca, más intenso. Más. Y siguen en ello hasta que llegan al mismo tiempo al clímax.
Exhaustas, permanecen abrazadas. Casi al unísono, las amantes susurran "te amo".
Sonríen y se besan dulcemente, demostrándose todo el amor que sienten, prometiéndose todo sin necesidad de palabras.
Justo entonces, oyen unos pasos; la puerta se abre..

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