Capitulo 45.-

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Una automática sonrisa se expande en mi rostro. Mi corazón latiendo con fuerza. Mis piernas tiemblan y quiero saltar y chillar de la felicidad.

Me lanzo a los brazos de Hailee, justo en el momento en que las lágrimas recorren mis mejillas, pero esta vez, no son lágrimas de tristeza. Lauren ha despertado, y el alivio me inunda el cuerpo.

Me separo de Haiz, aun con la sonrisa plasmada en el rostro. Ella limpia mis mejillas con sus pulgares, sonriendo también. Una hermosa sonrisa con hoyuelos.

-¿De verdad ha despertado? –le pregunto, sorbiendo la nariz.

-Así es –ella asiente, haciendo que sus definidos cabellos castaños caigan en su frente. Aparta su cabello de su vista con un movimiento de cabeza –. La señora Jauregui me ha llamado a mí, porque dijo que tú no cogías el teléfono. ¿Lo tienes apagado o en vibrador?

-Siempre lo he mantenido apagado en clases –sollocé –. Quiero verla, Hailee. Quiero ver a Lauren.

-Si quieres, podemos ir ahora mismo. He conseguido algunos pases –la californiana, agitó un par de papeles en el aire. Yo, inmediatamente asentí –. Pero, no podrás verla en el mismo instante que llegues allá.

-¿Por qué no? –fruncí el ceño.

-Lauren ha despertado hace un par de horas. Dos, creo. Y los médicos le están haciendo un par de análisis, revisando si ha quedado con alguna conmoción cerebral. Estuvo tres semanas en coma, es normal.

-Entiendo –susurré –. Espera unos minutos, Hailee. Iré por mis cosas ¿vale?

-Está bien, aquí te espero.

Comencé a emprender mi camino de regreso al salón, pero me devolví. Hailee me miró con el ceño fruncido. Apoyé mis manos en sus delgados hombros y paré mis pies de puntas. Besé su mejilla ruidosamente. La sangre iba fluyendo hasta sus mejillas, sonrojándolas. La californiana, alborotó su cabello y soltó una risita nerviosa. Es malditamente adorable.

-Gracias –le susurré y caminé de regreso hasta el salón para coger mis cosas e irme de aquí.

Cuando entré nuevamente a la clínica, todo se veía diferente. Todo parecía brillar. Todos parecían sonreír. La felicidad se esparcía por cada poro de mi cuerpo. Mi corazón latiendo de alegría, y por mi mente solo se veía el espejismo de aquel chica de ojos verdes. Mis pies se movían por sí solos, dando grandes zancadas. Más de una vez, Hailee tuvo que trotar, para mantenerme el ritmo, pero vamos, no puedo aguantar para poder volver a rodear mis brazos alrededor de aquella muchacha de brazos tatuados.

Llegué al ascensor y Hailee entró junto a mí. Apreté con insistencia el botón con el número doce. Gruñí cuando las puertas metálicas no se cerraban.

-Tranquila –rió Hailee –lo echarás a perder.

-Lo siento –miré la punta de mis pies un poco avergonzada –es que, no puedo esperar para verla.

-Lo sé –Hailee asintió. Una hermosa sonrisa con hoyuelos apareciendo en su rostro.

Las puertas del ascensor se cerraron y el nudo en mi estómago se contrajo de la ansiedad. Al fin podría ver despierta a Lauren. Al fin podría escuchar su voz. La cabina de metal temblaba en mis pies, y el ahogo que sentía cada vez que subía a un ascensor desapareció. O quizá no, pero las tontas mariposas que rondaban mi cuerpo me impedían ponerle atención.

Las puertas del ascensor no se abrían completamente, cuando salí disparada, corriendo por el pasillo. Las enfermeras me miraban recelosas, y algunas solo murmuraban por mi hiperactividad. Doblé en la esquina, y a lo lejos pude visualizar a la señora Jauregui. Ella estaba hablando con el médico a cargo de Lauren. A medida que me fui acercando, pude ver la preocupación reflejada en su rostro. Su ceño levemente fruncido.

Ella, al verme, sonrió con melancolía. Un nudo formándose en mi garganta. Traté de regular mi respiración cuando llegué a su lado, seguida por Hailee.

-Hola, Mila –saludó ella.

-Hola, señora Jauregui ¿Cómo está Lauren? –lo sé, estoy ansiosa.

- Ella está bien, querida. Gracias por preocuparte.

Miré con el ceño fruncido a Hailee  cuando la señora Jauregui prosiguió con su charla con el doctor. Mi amiga se encogió de hombros, sin saber que responderme a la actitud de Clara. Yo, hice lo mismo y carraspeé mi garganta, tratando de llamar su atención.

Ambos me miraron.

-¿Puedo pasar a verla? –pregunté.

-No creo que sea lo mejor –habló el doctor con voz cautelosa.

-¿Por qué? –Inquirí y miré a la madre de mi novia – ¿Qué pasó?

-Es mejor que ella lo averigüe por sí misma, Charlie –opinó Clara.

Charlie, asintió con la cabeza y me hizo un gesto con la mano, invitándome a pasar. Miré a Steinfeld  por sobre mi hombro, y ella articuló un "Ve", alzando ambos pulgares. Asentí un poco dudosa. La alegría, se iba desvaneciendo con el correr de los segundos, siendo reemplazada por un mal presentimiento.

Con cuidado, agarré la manilla de la puerta. Asomé mi cabeza primero. Lauren estaba semi sentado en la camilla. Su torso, esta vez era cubierto por una camisa blanca. Su piel aún estaba pálida más de lo normal y su cabeza aún estaba rodeada por una venda. Toqué dos veces en la puerta, y la mirada de Lauren de inmediato se posó en mí.

Entré en la habitación en completo silencio. Lauren me miraba confundida, como si no me conociera. El nudo creció en mi garganta.

Caminé por la habitación, seguida por la mirada del la ojiverde. Tomé la silla que descansaba en el rincón opuesto, y la ubiqué frente a la camilla de Laurenm. Me senté y lo miré bien.

El silencio nos rodeó por completo. Nuestras miradas conectadas. Mis ojos temblaban en su rostro. La comisura de mis ojos picaban. Tenía ganas de llorar, y no era precisamente de felicidad. Algo en la mirada de Lauren me confundía.

Solté un suspiro y aclaré mi garganta, sin saber que decir exactamente.

-¿Quieres un poco de agua? –pregunté y me sentí la persona más estúpida que pisaba el planeta. ¿Es que acaso no pude decirle algo mejor? La chica  de largas pestañas asintió.

Tomé la jarra de agua que descansaba en el pequeño velador a mi derecha con las manos temblorosas. El sonido del agua al caer, emitía un ruido desagradable para mis oídos. Le tendí el vaso con cuidado a Lauren. Nuestros dedos rozaron en el acto, y ella inmediatamente fijó su mirada en la mía.

Lolo bebió con pereza, haciendo una mueca cuando tragó aquel líquido transparente. Arrugó su nariz. Me tendió el vaso y lo volví a dejar en su antiguo lugar. Lauren se aclaró la garganta. Sus labios pronunciando las palabras que nunca me imaginé oír.

-¿Quién eres tú?
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Penúltimo capítulo.

Novia agresiva (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora