Capítulo IV

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Pedro estaba decidido a arreglar el desaguisado, así que sin perder el tiempo hizo uso de sus poderes de casta para enterarse de dónde estaba Pablo en aquel momento. Para su fortuna, se encontraba en Getafe, así que fue raudo y veloz hacia allí.

Pablo había tenido un mitin en  un polideportivo y estaba dando una entrevista a una televisión cuando Pedro le encontró por fin. Siempre con educación y compostura, atravesó la maraña de gente que se había amontonado alrededor de su amado, y tras una lucha a muerte contra un podemita furioso que le atacó con una mochila, llegó hasta Pablo.

Para entonces el politólogo ya había terminado la entrevista y se disponía a abandonar el edificio donde había realizado el mitin, pero Pedro no había llegado hasta allí para dejarlo escapar, así que le llamó. Pablo se giró para mirarle y al reconocerle frunció el ceño.

-¿Te importaría si nos fuésemos a hablar a un sitio más privado?-La presencia del politólogo le ponía nervioso, pero en ese momento estaba decidido a arreglarlo todo y eso era lo prioritario para él.-Tengo que hablar contigo.

-No será para contarme que ahora sigues la teoría maoista, ¿no?-Preguntó Pablo.

Pedro negó con la cabeza.

-Es muy importante.-Respondió.

Pablo asintió y le indicó a su jefe de prensa, que se encontraba a unos pasos de ellos observando con extrañeza la situación, que se ausentaría durante unos momentos. Se puso en marcha y Pedro le siguió a través del polideportivo y la masa de gente. Tras dejar al público atrás el candidato de Podemos lo llevó hasta un pasillo que estaba vacío. Cerró la puerta y, con los brazos en jarras, preguntó a Pedro:

-¿Qué es lo que quieres?

-Quería explicarte lo de la foto que viste. No es lo que parece.

Pablo resopló y replicó:

-Pues para no ser lo que parecía estaba bastante claro. Es hora ya de que los miembros de la casta dejen de engañar a España.

El moreno apretó los puños, lleno de frustración.

-Fue Albert el que me empujó hasta allí. Quería...

Pedro no fue capaz de terminar la frase. Si decía la verdad, desvelaría sus intenciones con respecto al hombre que se encontraba delante suya. Pero tampoco era capaz de mentirle, no a él...

-¿Qué quería, Pedro?

El corazón del candidato del PSOE comenzó a latir con fuerza. Escuchar su nombre en los labios de Pablo...era demasiado para él. En ese momento sintió la extrema necesidad de sincerarse. Pablo se merecía su honestidad.

-Quería que me alejase de ti.

Pablo iba a responder pero pareció quedarse sin habla. Pedro apartó la mirada, incómodo, pero de alguna manera tremendamente aliviado por haber dicho la verdad.

-¿Alejarte de mi?-Preguntó por fin Pablo.-¿A qué te refieres?

Pedro hizo acopio de todo el valor que poseía y miró a los ojos al otro hombre. Era ahora, o nunca.

-Albert quiere usar sus poderes neoliberales para seducirte. Pero yo no lo permitiré.

Orgullo y MarxismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora