Mi nombre es Black

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Entre las elegantes luces que iluminan la Torre de París el joven gato se confesaba nuevamente a su dama, recibiendo el mismo rechazo de cada ocasión, además de contar con la pésima suerte de no tener al tiempo como aliado durante su transformación.

- Mañana volveré a intentarlo, my lady.- dijo sonriendo, lanzándose entre los tejados hasta llegar al suelo justo antes de destransformarse.

-Nunca lograrás nada con Ladybug. No entiendo como teniendo tantas otras chicas interesadas por ti, buscas a la única que jamás te mirará con la misma intención. ¿Acaso te gusta sufrir?- decía el pequeño gato cruzándose de brazos molesto.

-No lo entenderías Plagg.

-No necesito entenderlo cuando lo estoy viendo.

Antes de que Adrien pudiera contestar un sollozo se escuchó al final de la calle, intrigado por el sonido se acercó para descubrir al causante. Al ver que era un pequeño cachorro Adrien corrió para ver su estado dejando a Plagg por detrás.

-No deberías tocarlo, ni siquiera sabes si tiene rabia.

-Está herido. Plagg tenemos que ayudarlo.

-¿Ayudarlo? Esta sucio, enano y ni siquiera es un gato.

Ignorando a su compañero Adrien se quitó su camisa blanca y la colocó alrededor del cachorro para poder cargarlo entre sus brazos.

-¡Oh, vamos hombre! No pensarás en serio en ayudarlo.

-No puedo dejarlo aquí Plagg.

-¡Ah, sí! ¿Y a dónde piensas llevarlo?

Una vez en la mansión Adrien empuja la gran puerta de la entrada intentando hacer el menor ruido posible, cuando se asegura que no hay nadie en las escaleras corre hacia ellas lo más rápido que puede.

-¡Vamos, Plagg!- dice corriendo por el pasillo abriendo velozmente la puerta de su cuarto y cerrándola con su espalda luego de acceder para dejarse caer en ella exhausto. Ríe cuando mira al pequeño cachorro, se ha quedado dormido.

-¡Dios! Si tu padre o esa mujer se enteran que tienes a un perro aquí, vas a meterte en problemas.

-No tienen por qué enterarse.- Se pone de pie coloca al cachorro en la cama.

-¿Y crees que es fácil esconder a algo como eso?

-Te he podido esconder a ti. ¿O no?

Rendido, Plagg se acerca a la cama con Adrien, no obstante echa una mirada al intruso antes de cerrar los ojos.

Lo que Plagg no supo es que en momento en que él cerro los ojos una mirada oscura y penetrante se abrió mirando a ambos.

Al amanecer Plagg aún estaba en cama cuando escucho la risa de Adrien, no era extraño que el chico se levantara temprano pero nunca lo había oído despertar de tan buen humor. Curioso se levantó de la cama y vio a su compañero jugando en la habitación con "el intruso".

-Les importaría bajar el volumen, algunos intentamos dormir.- decía molesto mirando con enojo la escena.

-Perdón, Plagg.- respondía contento intentando quitarse al perrito que no dejaba de lamer su cara.

-Pensé que esa cosa estaba tan mal herida... ¡Qué por eso la trajimos ayer!

Ante la reacción de Plagg el cachorro se soltó de Adrien y escondiéndose tras él bajo las orejas.

-¡Plagg!-decía molesto mirando al otro.

-¿Qué? ¡Acaso no es así!

-Lo revise hace poco, también lo bañe, no era tan grave como parecía. Solo estaba exhausto y necesitaba comer.

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