Prólogo

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•Última actualización 21 de marzo del 2020.•

-Cállate!- grito, aquí vamos de nuevo, la misma discusión de hace años, lo mismo desde que crecí, desde que ella ya no está, desde que me dejo aquí, sola, en un mundo de mierda.

-No me hables así!­­­­­-­ Grita con odio. ¿Como? Él es el que siempre empieza todo.- Por tu culpa ella no está- Siempre me dice eso, que todo fue mi culpa, que ella no está gracias a mí, ¿acaso cree que él es el único que sufrió?

-¿Así que todo es mi culpa? ¿A quién le dio miedo salvar a su hija?- Pronuncio resentida. Por su culpa ella no está, todo por ser un cobarde, mi hermana se fue.

-¿Y por qué no fuiste tú...?- Termina en un susurro. ¿Que? Eso nunca lo había dicho- Preferiría que estuvieras muerta tú, no ella, ella era la niña perfecta, tu solo eres un maldito error, ella era mi pequeña princesa, y por tu culpa la perdí- mi padre estaba llorando. No recuerdo la última vez que lo vi llorar, tal vez hace años, la única emoción que mostraba casi siempre era la del enfado, el simple hecho de saber que yo fui la causa de tal rareza, me hace sentir mal, él estaba llorando, se mostraba débil. Yo había ocasionado eso, el simple hecho de estar viva yo y no ella, lo causaba. Por un momento siento como si mi simple existencia fuera un error de lo más grave, una tragedia misma, más que la muerte, el vivir para mí, causaba más dolor que el morir, al menos para él. Y bueno a quien engaño, a mí también desde hace varios años que la vida dejo de verse como tal, había caído en la monotonía de mi banal rutina, dándole mi mejor cara a la única persona que se preocupaba por mí, mamá.

Me siento traicionada, quiera o no, amaba a mi padre, había crecido con él, todos sufrimos el duelo de la muerte de mi hermana y ahora, sentía que iba a romper en llanto, lo quería demasiado, en mi infancia fue mi héroe, me decía princesa a mí también, y yo me lo había creído todo, había sido feliz porque sabía que él estaba, él me cuidaba y me protegía, sus abrazos eran mi mejor fuerte, era mi todo....

- Tienes razón, papá. Todo esto es mi culpa, lamento todo en serio, yo... yo también preferiría que estuviera ella aquí – Digo en un susurro, sosteniendo el nudo que se había formado en mi garganta y amenazaba con romperme en llanto, pero no, no debo. Soy fuerte, o al menos me intento mentir un poco. -¿Entonces... nunca me has querido?- Le dije con miedo a sus palabras, tratando de ocultar las lágrimas.
-No como a ella- Me quebré ahí, sentí mis piernas flaquear y mi corazón hizo presión.
-Bien, perdón.- es lo único que logro decir, tal vez tiene razón, además ya no quiero discutir, ya no más.

Salgo de la habitación, voy a mi cuarto, me aseguro de cerrar bien la puerta, entonces me tiro en la cama y las lágrimas empiezan a brotar solas, como una llave de agua, la presión en el pecho incrementa con cada jadeo y mi respiración se dificulta, quisiera gritar hasta que mis pulmones no tengan más que sacar. La tristeza y el dolor me consumían, ya era tanto, años intentando estar a flote, intentando no hundirme y encontrarle un maldito sentido a la vida que tenía, todos me decían que la vida era bella, que había que disfrutarla, mis mejores años se irían en un abrir y cerrar de ojos. Y lo intentaba, claro que lo hacía pero jamás pude, no pude ver más allá, tal vez la vida no fue para mí, tal vez si hubo un error y debí ser yo y no ella, porque siento que morí el mismo día que mi hermana. La vida me parecía la cosa más patética y sin sentido del mundo,
Era un dolor difícil de describir, pero tan fácil de sentir que cada fibra de mí ser emanaba tristeza y dolor. Parecía imposible de olvidar y listo para arrasar con todo.
Me intento calmar, los jadeos disminuyen y me abrazo un poco las piernas, respiro profundo hasta que me para el llanto. Solo pienso en una persona, quiero verla, ver su sonrisa y hacerle una broma tonta, quiero olvidar un poco de esto, ella es lo único que me queda.

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