¡Alexa!

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No sabia a donde ir, estaba muy lejos de la salida, el lugar parecía un laberinto. Así que me dirigí a un edificio con forma de torre, adentro había muebles viejos y pinturas extrañas. Ví una puerta y me dirigía a ella cuando Dylan tomo mi brazo y me jalo con fuerza, lo golpee en la entrepierna callo al suelo y me tomo del talón haciéndome caer también, golpeando mi nariz contra un escalón. Después de forcejear unos minutos decidió soltarme y subí corriendo unas escaleras que parecían nunca terminar.

Arriba solo había una habitación y no había manera de salir.

Escuche sus risa enferma acercándose.

—¿Sabias que tu madre tenía una relación amorosa con el tío de Daniel?—Dijo burlón mientras subía lentamente.

—¡Alejate Dylan!

—Tu padre no murió, el lo asesino, y tu madre era su cómplice.

—¡Mientes! El estaba enfermo

—Eso te hicieron creer, y la ingenua de Alexa que creía en ellos. No lo vez solo conmigo estarás a salvo, de las mentiras y del mundo. Quedate a mi lado. —Estiro su mano y comenzó a caminar hacia a mi.

Estaba acechandome y no tenia a donde ir.

Mientras el avanzaba yo retrocedía, acercandome mas al balcón.

—¡Que te alejes de mi!

—Incluso Daniel te mentía, !Nadie te ama como yo Alexa!

Mire hacia abajo y Sonreí.

—A ti tampoco Dylan nadie te ama, estas solo y lo sabes. Tus intentos de ser amado te llevaron a la locura.

—¿De que hablas?

—Estas enfermo, lo sabes.

—!No es cierto!¡Callate!

—Ojala y la culpa te consuma lentamente —Le di la espalda...

Y salté.

Antes de que mi cuerpo tocara el asfalto, fue cuando me di cuenta.

“Nunca has sido tú ”–Dijo Adele
“Tu madre tenia una relación amorosa con Carlos ”–Según Dylan.

El quería vengarse del tipo que lo encerró en la cárcel, y la mejor forma era con mama, el que yo llegara primero y lo encontrara aquel día en mi casa fue casualidad, el buscaba asesinar a mi madre no a mi.

Decidí terminar con todo antes de tiempo.





Me encontré en un lugar oscuro y frío, no podía ver nada, hasta que apareció un hombre de espaldas.

Estaba sentado en un tronco frente a una fogata.

—Ven a sentarte aquí —Dijo aquel hombre.

—Estoy muerta ¿cierto?

—No, pero tampoco estas viva.

—No recuerdo como llegue aquí.

—Lo , nadie lo hace. Ven a hacernos compañía mientras esperamos.

—¿A quien? —Avance lentamente, acercandome a el, si hubiese podido llorar de felicidad lo hubiese hecho, pero ya lágrimas no tenía. Sentía paz y ya no miedo. Veía mi cuerpo con claridad pero no podía sentirlo. Era como si estuviera en un sueño, algo que se sentía como un recuerdo lejano pero estaba presente.

a el anciano sonreír de la misma forma que lo hacia mientras me cantaba por las noches para que fuera a dormir, junto al amor de mi vida y el fruto de nuestro amor sentada en sus piernas.

—A tu madre hija.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora