datos: •slytherin fem!oc •narrado en tercera persona •6to año. •segunda generación
𝐓í𝐭𝐮𝐥𝐨: 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚𝐬
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La sala común de Slytherin se encontraba en un silencio que era capaz de causar calosfríos, pero a las dos de la madrugada la sala de la casa color esmeralda no es particularmente tan cálida como para estar ahí a esa hora; sin mencionar que los tonos verdosos la hacen aún más oscura y la vista al interior lago negro le da un toque ligeramente tenebroso.
Pero en realidad, a Evie Bagley eso no le importa eso, en realidad, le parece relajante (a diferencia de algunos de sus compañeros), es por eso que leyendo su libro favorito, se encuentra sentada en el sillón esmeralda con una pequeña sonrisa en su rostro, mientras permite que el fuego de la chimenea le de un poco de calor.
Solo que un estruendo la hizo brincar. El libro casi se cae de sus manos pero fue muy rápida porque logró tomarlo, su cabello pasó de estar rosa a un color azul eléctrico, sintiéndose ligeramente asustada por aquel ruido.
Se giró rápidamente para ver cómo un chico de cabello platinado y aspecto enfermo se encuentra caminando hacía donde está ella.
Obviamente Evie conoce bien (muy bien) al chico que va entrando a la sala común de Slytherin, se sorprendió un poco al ver a Draco Malfoy llegar a esas horas cuando usualmente no es de romper las reglas (a no ser que se para molestar a otros). Mientras más se acercaba a Evie, ella fue capaz observar el rostro del chico y se dio cuenta de que tenía sus ojos ligeramente hinchados.
«Ha estado llorando.»
Se sintió bastante preocupada, conocía a Draco desde que subieron al tren escarlata y desde ese momento se prometieron una amistad eterna, pero conforme iban creciendo, los sentimientos comenzaron a hacerse presentes y es que ya no eran unos niños. Evie a pesar de su metamorfomagia suele mantener su aspecto original (como suele decirle Draco), salvo por su vibrante cabello azul eléctrico que llama la atención de todos y todas; Draco por su parte, dejó atrás esa cara adorable de niño para convertirse en todo un joven apuesto, incluso aun con su aspecto enfermizo no deja atrás su toque tan Malfoy (o tan falso, como Evie le dice).
El chico caminó hasta el sillón en donde estaba Evie y se sentó a su lado soltando un suspiro.
—¿Qué ocurre? —preguntó Evie en un tono dulce dejando de lado el libro y mirando a Draco con cariño.
Aunque en realidad, le duele mucho verlo en ese aspecto.
Evie es realmente comprensiva, a veces Draco (en realidad todo el tiempo) le decía que ella no debía de estar en Slytherin porque tenía más características de una Hufflepuff, aunque claro que solo ella era capaz de ver su ambición y astucia que sabía usar muy sutilmente en las personas.
—Evie, ya no lo soporto —respondió Draco en un susurró, llevando sus manos a su rostro—. Ya no puedo más, Evie... siento, siento que voy a explotar en cualquier momento. Esto es... es demasiado.
Al decirle eso, la chica tomó con delicadeza a Draco para darle un fuerte abrazo, el cual él no dudó en aceptar, por que para Draco los abrazos de Evie son capaces de curar cualquier mal o tristeza. Sollozo en su hombro mientras ella acaricia en su espalda. Evie odiaba ver a Draco llorar, en realidad casi nunca llora, Evie es la única persona que ha visto (y conocido de primera plana) los sentimientos del príncipe de las serpientes. Era una dicha y una tragedia el tener que ver como Draco, aquel chico que ama demasiado se pierde poco a poco ante las decisiones que su padre toma sobre él.
Se quedaron así por unos momentos, segundos, minutos, parecían ser horas, se sintió eterno. Era uno de esos abrazos en los cuales no te quieres separar de esa persona y lo único que quieres es quedarte aferrado a sus brazos.
Ni Evie ni Draco podían deshacerse de ese cálido abrazo.
—¿Qué pasa Draco? —preguntó tomando su mano.
—Evie ¿Cómo puedes ser mortifaga sin sentir un poco de pena? —murmuró Draco al separarse de ella—. Es que, no quiero, no podría matar a nadie.
Evie suspiro y miro a Draco formando una sonrisa con sus labios que en poco tiempo se convirtió en una mueca.
Ni siquiera ella sabía como por que había aceptado ser mortifago.
—No lo sé —susurró—. Mis papás me presionaron tanto que... no lo sé, acepte por ellos. Pero créeme que si me pusieran a matar a alguien me iría llorando —confesó haciendo que Draco soltará una risita, imaginando aquella escena ambos soltaron una risita.
Evie levantó la manga de su brazo izquierdo, en vacaciones de invierno había recibido la marca al igual que Blaise Zabini y Theo Nott, habían bromeado diciendo que un chicle masticado era un mejor regalo de navidad que la marca tenebrosa.
Draco la imitó levantando su manga y colocó su brazo al lado del de Evie.
—Al menos seremos mortifagos juntos —comentó Evie, con una pequeña sonrisa triste.
—Sí —susurró Draco.
Hubo un minuto de silencio y lentamente Evie bajo la manga de su suéter soltando un suspiró.
—Solo lo hice por mis padres —dijo suspirando—, no los quiero ver muertos.
—Estamos en las mismas, ¿no, cielo? —Evie asintió con una mueca.
—Sí, lo estamos —susurró.
Hubo un momento de silencio. Evie recostó su cabeza en el hombro de Draco, quien pasó un brazo por los hombros de la chica para abrazarla y mantenerse aún más juntos, provocando que sus cuerpos sintieran un poco más de calidez.
—Evie —le hablo Draco en voz queda, mientras acaricia su brazo.
—¿Si?
—Te quiero.
Evie sonrió cerrando sus ojos, sus mejillas tomaron un color rosa y su cabello tomo un ligero color azul cielo.
—También te quiero, Dray —susurró entrelazando su mano con la de Draco.
Jugaron con sus manos un par de minutos, Draco se sintió mucho más relajado ante la cercanía de la chica y disfruto del cosquilleo que le causaba el estar con sus manos entrelazadas.
