Capítulo 7: Aceptación

30 3 4
                                    


Llegué a casa más rápido de lo que había hecho jamás. Entré directo a mi cuarto y cerré la puerta detrás de mí. Me saqué el bulto de encima, y me saqué la ropa escolar. Luego me metí al baño. Una vez el agua estaba corriendo me metí a la ducha. Me moje de la cabeza a los pies.

—Carajo, puñeta, joder— hablé por fin.

Mi vida era un maldito desastre y el mundo entero puede estará de acuerdo conmigo con eso.

Maldita sea, si hubiera sido diferente. Es que esto es nuevo para mí. No sé bregar con chicos, no sé bregar con una vida amorosa. Es más ni siquiera sé si me gusta Yeray.

¿A quién le miento? ¡Es obvio!

¡CLARO QUE ME GUSTA YERAY!

Es que imagínense, un chico lindo hablándote y luego dedicando su tiempo para ti. No hablar de un beso y una confesión. Toda chica desearía un maldito chico atractivo, con un arete en el labio detrás de ella.

Jesús, parezco una patética principal de una novela pésima. Quizás lo soy. Mentira, esta es la vida real.

Me toqué los labios. Había besado a Yeray. ¡Había besado a Yeray! El recuerdo de él acercándose hacia mí besándome y luego dejar de hacerlo y como despedida besarme en la frente. Demasiado excitante para mí, demasiada acción.

La otra cosa que tampoco puedo superar el hecho de que haya dicho que él fue el que me besó. Una total locura. ¿Cómo supero eso?

Salí del baño y me puse mi pijama, porque lo único que haría sería estudiar y luego a dormir. Sí, no podría hacer nada más ya que como aún tengo sueño, era la mejor opción. No quería tener presente todo lo que había pasado hoy. Tenía que estar frasca y lista para mañana para poder correr y esconderme de Yeray y Estrella. Tendré que hacerlo porque él querrá hablar conmigo; pero yo no lo quería hacer. Tenía que aceptar el hecho, pero a lo que eso sucede pasará un buen tiempo.

Cuando terminé de estudiar aún quedaba mucho tiempo pero estaba cansada. Así que me acosté. Al parecer estaba tan cansada que no soñé. Ni siquiera me desperté en algún momento por la noche para ir al baño. Debí de roncar un montón.

Al otro día estaba descansadita y lista para que cuando regrese a casa de la escuela hacer la misma rutina de hoy. Me preparé para cualquier cosa. Hasta puse mi estúpido pelo en una trenza francesa porque este pelo es casi incontrolable. En fin, estaba lista para lo que viniera.

Llegué a la escuela y me escabullí por ella como si fuera una maldita ninja. Moviéndome de lado a lado, mirando varias veces a un mismo lugar solo para verificar que nada hubiera cambiado y ellos estuviesen justo al frente mío. Era estúpido y lo sabía. Todo sobre mí era estúpido.

Gracias a los dioses el timbre logró tocar en el momento más oportuno. Pude entrar a mi salón tranquilamente, sin tener una mañana con un Yeray tratando de hablar conmigo o una Estrella tratando de buscar una explicación sobre lo que había pasado. Ninguno de los dos era bueno, no quería hablar con Yeray hasta que estuviera mentalmente preparada y como aún no estaba mentalmente prepara tampoco hablaría con Estrella. Si lo intentan los mandaré al infierno unas cincuenta veces.

Las clases pasaron rápido para mi maldición. Cuando sonó el timbré para salir a almorzar me quejé fuertemente, estudiantes que estaban a mi lado me miraron mal. Apuesto que pensaban que algo estaba mal conmigo. Bueno, no lo hay porque si supieran que me está pasando entendería. Pero los humanos normales son humanos sin sentimientos que no se pueden poner en los zapatos de otros, así que aunque se los explicara entenderían. Prefiero que me tomen de loca antes de ser incomprendida, aunque sé que soy más incomprendida por este grupo de seres vivos que considerada loca. 

Al Azar (Novela Corta/ Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora