Prólogo

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Los seres humanos vivían en un mundo donde habían paisajes hermosos y perfectos.

Vivían en un mundo donde los animales convivían con ellos aunque algunos más peligrosos que otros.

Vivían donde naturalmente había comida.

Donde no era inusual encontrar árboles gigantescos.

Donde se deleitaban con el sabor de una de las frutas más deliciosas, se deleitaban con la Manzana, un fruto que crecía de árboles desconocidos para ellos.

Pero como todo lo que toca el ser humano, llegó a su fin.

Los animales se extinguían poco a poco debido a distintas costumbres. Como la caza, la pesca, entre todas esas formas de asesinarlos. Llegaron a acabar con cada una de las especies de animales. Felinos, reptiles, animales acuáticos, insectos, mamíferos, todos los animales desaparecieron. Haciendo de el mundo un lugar lleno de tristeza.

Aún así no se cansaron.

Crearon una especie de árboles artificiales con una nueva maquinaria. Les hizo la vida más fácil pero, al mismo tiempo les perjudicó.

Talaron cada uno de los árboles. Cmenzaron con un pequeño pueblo, que luego se convertiría en una ciudad, un país, un continente, hasta talar cada uno de los árboles del mundo.

¿Cómo sobrevivieron sin oxígeno entonces? Con los árboles artificiales, estos creaban una especie de aire muy extraño, lleno de partículas que causaban enfermedades feroces e incurables.

Había pasado más de un siglo desde que vieron un árbol por última vez. Pero siempre hay una pequeña luz que guía a los demás a abrir los ojos, su nombre era Maité. Una niña, hija de el Médico más famoso de su ciudad. Ella era la clave para que todos recordaran cómo era la vida antes de esas horribles plantas artificiales.

Lo que tenía que hacer era morder una manzana. Aquiles, un chico de su ciudad sabe lo que debe hacer, él sabe que debe ayudarla, él sabe donde está esa única manzana que debe morder.

La única manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora