Liceo Celedón

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Mi último año como liceísta.

Hoy es un día de escuela como cualquier otro o eso parecía, pues en el lugar y con la persona más inesperada se comenzaría a escribir una de las "mejores" experiencias de mi vida.

Al finalizar la jornada escolar me dirigí al restaurante de la escuela, allí desempeñaba mi labor social como guía o patrullero escolar. Tenia como obligación velar por el orden y el buen comportamiento de los estudiantes que ingresaran en el. Ya finalizando mi labor me dispuse a almorzar junto con otro colega, en ese momento una de sus amigas de la institución se dirigió a él, y con un tono de voz fuerte, agradable pero imponente, le exige una explicación a William (él colega), de el porque nosotros los guías podíamos imponer normas y al mismo tiempo no acatarlas, ante tales palabras el respondió que por el simple hecho de ser patrulleros podíamos decidir y hacer lo que nos plasca, pero ante tal afirmación, la inconforme Petra se indignó aún más.

Y es aquí donde todo comienza. No se si estaba destinado a suceder o quizás eran cosas del azar, un error de cálculos del universo y quien sabrá hasta en el mejor de los casos la voluntad de un ente todopoderoso y celestial, obra de un Dios quizás, pero sin importar que sea sucedió.

Como les contaba Petra se sentía inconforme por tal motivo yo hablé para darle solución a su inquietud, pues me dispuse a informarle que como guías escolares, somos seres superiores, por lo cual ella y todos los demás por debajo de nosotros nos deben devoción y respeto absoluto, pues nuestra palabra es ley y deben cumplirla. Pues soy su Líder Supremo.

Hombre ComúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora